Por Alejandra Etcheverry (*)

Llevaba flores bordadas en el pecho
y el corazón brillando en primavera
El sol se recostaba sobre el techo 
para verla pasar por la vereda.

Tenía los ojos llenos de sonrisas
y la inocencia de aquellos que no saben,
que el mundo desliza en su cornisa
el peligro de los pasos que se caen.

Tenía al sol besándole la piel
Y una sonrisa de la luciérnaga que vuela.
Deshojándose en luz color de miel,
su nombre pequeño era Micaela.

Llevaba flores cansadas en el pecho
dos rosas rojas con su sangre allí bordadas.
Su historia fue cortada sin derecho,
por manos horribles, oscuras, despiadadas.

Se fue su luz de luciérnaga que vuela
y su nombre pequeño era Micaela.

(*) Poema inspirado en Micaela García quien fuera víctima de femicidio. Tras su muerte una ley lleva su nombre y busca capacitar a funcionarios y agentes del estado en temáticas contra la violencia de género.