Por Alejandra Etcheverry

Cuando la muerte baja su martillo
sobre la testa inclinada de la historia,
los fuegos del dolor se hacen ladrillos,
al destruir del hombre su memoria.

Desde el vientre fecundo de la tierra,
los seres verdes que respiran y la abrazan,
miran con horror el paso de la guerra,
todo lo que con furia su hueste arrasa.

Detrás vendrán la peste y la miseria,
con su cabalgadura ungida en el espanto,
y roerán del cerebro la materia,
que soñaba con la paz en cada canto.

Pensemos bien por favor lo que sembramos,
este mundo que tenemos es de todos,
de matar a los otros, nos matamos,
y nos perdemos de uno u otro modo.

Cuidar el planeta en cada hermano,
cuidarlo juntos, uniendo nuestras manos.