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Voluntad Inquebrantable:¿Quién fue Helen Keller?

La historia de Helen Keller cuenta con 12 libros, una película inspirada en su vida y además actuó con el mismísimo Charles Chaplin


Helen Keller fue una escritora, pero fue una escritora ciega, sorda y muda. Esta es la historia de su increíble vida.

Nacimiento y enfermedad

Hellen nació en junio de 1880, en Alabama, una bebé sana con buena salud y con una familia cariñosa que la amaba.
A sus 19 meses… una enfermedad fuerte y desconocida, descrita por los médicos como una fiebre cerebral (algo que hoy en día podríamos comparar con la meningitis o escarlatina) le arrebató tres de sus capacidades: el habla, la escucha y la voz.

Antes de llegar a cumplir sus dos años, Hellen quedó ciega, sordo y muda, ¿pueden imaginarlo? Literalmente el mundo se apagó para ella, quedó a oscuras y en silencio interno y externo, y no tenía siquiera dos años, ¿cómo imaginan que una persona se puede sentir en esta realidad?

“Fue como vivir en un agujero negro hasta pasados los 6 años”, “sumergida en una densa neblina”, escribió en uno de sus tantos libros… pero… un momento… ¿fue escritora? Si, ¿Siendo persona ciega, sorda y muda? Si, ¿cómo hizo eso? Con una voluntad de acero inquebrantable y con ayuda de sus seres queridos, como ella mismo dijo en una de sus frases más conocidas:


“solos podemos hacer tan poco; juntos podemos hacer mucho”.

Luego de perder sus sentidos, sus padres tenían la sensación de que a la pequeña no le pasaba nada, a los pocos días su madre, Katherine, notó que no reaccionaba a los sonidos, a las palabras, y que no pestañaba cuando pasaba su mano o su rostro por los ojos de la pequeña Helen.

Una luz en la oscuridad llamada Anne Sullivan


Y fue su madre, quien visitando varios médicos durante los próximos años, llegó a un profesor de la escuela de niños sordos de Boston, y la institución le asignó una instructora que se instaló a vivir en la casa de los Keller en 1887. Ella se llamada Anne Sullivan (que también padecía una menor deficiencia visual), luego se convertiría en la mejor amiga durante toda su vida.

Y fue Anne, quien, con mucha paciencia, dedicación y profesionalismo, le enseñó a deletrear con su mano los objetos de la casa, comenzando con una muñeca que ella le regaló a Helen en su primer día de trabajo. Con mucha perseverancia ayudó a que la niña en cuestión pueda sobrepasar su frustración inicial de no poder entender, resistiéndose a aprender…

Helen comenzó a comprender cuando Anne le colocó una botella de agua en una mano y le deletreó las letras del objeto en la otra palma, de esta manera, fue aprendiendo todos los objetos cotidianos con los que interactuaba, y más importante, comenzó a comprender un lenguaje, que podía entender.

Escuchando con sus manos: Método Tadoma

Con el correr de los años, Helen desarrolló una técnica de comprensión llamada Método Tadoma que consiste en tocar los labios de las personas para sentir las vibraciones cuando hablan mientras se le deletrean los caracteres alfabéticos en la palma de la mano.

Helen comenzó a reconocer los sonidos guturales y movimientos de la boca con su mano, apoyándola sobre el rostro de las personas de una forma específica, era capaz de comprender palabras y frases enteras, entendiendo lo que las demás personas le decían, de esta manera interactuar de forma especial con todas las personas.


A medida que perfeccionaba esta acción, ella también comenzó a usar una parte de sus cuerdas vocales para reproducir algunas palabras, al imitar las vibraciones de las gargantas de las demás personas, ella era capaz de comprender esas estimulaciones de una manera difícil de imaginar, y poder reproducirlas con su boca, aún privada del habla, era capaz de pronunciar letras, y hasta algunas palabras enteras, prácticamente increíble.

Título universitario, escritora y ejemplos de vida junto con Anne

En 1888 comenzó sus estudios, pasó por varias instituciones y escuelas, y en 1900 llegó a la universidad de Radcliffe, siempre junto con la constante ayuda de Anne.

Helen Keller sentada, sosteniendo una flor de magnolia, alrededor de 1920. Imagen de Los Angeles Times.

En 1904 Helen Keller se convertía en la primera persona ciega, sordo y muda en conseguir un título universitario, graduándose con honores en sus estudios de arte. En este camino hacia su graduación, conoció al escritor Mark Twain que la presentó con un importante empresario del petróleo, fue este último quien pago por todos sus estudios.

En 1903, antes de alcanzar su título universitario, Helen saca a la venta su primer y más exitoso libro llamado “La historia de mi vida”, donde narra toda su historia de superación y logro, cómo salió del agujero negro en el que se vio sumergida cuando fue privada de sus sentidos, cómo vio luz y logró superponerse y cosechar logros al cabo de toda su vida.

Con Anne se dedicaron, maleta en mano, a viajar por distintos lugares y países (en Japón tuvieron mucho éxito), dando conferencias sobre su ejemplo de vida, de superación y con la intención de generar conciencia sobre cómo las personas como ellas, necesitaban mejores condiciones de vida para poder tener una existencia digna.

Recaudaron fondos para dichos fines donados a la fundación Americana de Ciegos, además, en este camino, Helen Keller se hizo activista política, luchando por los derechos de los más desfavorecidos, entre ellos se encontraban las víctimas de la prostitución y su lucha contra la sífilis (causa frecuente de ceguera), siempre del lado oscuro de la vida.

Desde 1905 hasta el día de su muerte, conoció a todos los presidentes de su país, el último que conoció personalmente, Lyndon Johnson, le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad.

Adiós Hellen, duerme para siempre

En 1961, Helen sufre lo que sería el primero de muchos derrames cerebrales, lo que la hizo cesar de su vida pública y en lugar de eso dedicarse a descansar en su hogar.
Varios años después, en 1968, murió mientras dormía, a los 87 años de edad.

Llegó a escribir 12 libros, muchos de ellos sobre su actividad política, decenas de artículos, y Charles Chaplin tuvo el honor de actuar junto a ella.

Historia de mi vida (fragmento)

«El día más importante que recuerdo en toda mi vida es el día que conocí a mi maestra, Anne Mansfield Sullivan. Me maravillo al pensar en los inconmensurables contrastes que había entre las dos vidas que reunió ese encuentro. Era el 3 de marzo de 1887, tres meses antes de que yo cumpliera los siete años.

En la tarde de ese día memorable, yo estaba en el porche, muda, expectante; la agitación de mi madre y los correteos por la casa me sugerían que estaba a punto de suceder algo inusitado, así que fui a la puerta y aguardé en la escalinata. El sol de la tarde penetraba la madreselva que cubría el porche, y cayó en mi rostro. Mis dedos se demoraban casi inconscientemente sobre las hojas y capullos que acababan de brotar para saludar la dulce primavera sureña. Yo no sabía qué maravillas y sorpresas me deparaba el futuro. La furia y la amargura me habían acechado continuamente durante semanas, y una profunda languidez había sucedido a esta lucha apasionada.

¿Habéis estado alguna vez en el mar en medio de una densa niebla cuando parece que una tiniebla blanca y tangible nos encierra y el gran buque, tenso y ansioso, avanza a tientas hacia la costa con plomada y sonda, y uno espera con el corazón palpitante a que algo suceda? Antes del comienzo de mi educación yo era como ese buque, sólo que no tenía brújula ni sonda, ni modo de saber a qué distancia estaba el puerto. Luz ¡Dadme luz!, era el grito silencioso de mi alma, y la luz del amor brilló sobre mí en esa misma hora.

Oí pasos que se acercaban. Tendí la mano, suponiendo que era mi madre. Alguien la tomó, y quedé atrapada en los brazos de quien había llegado para revelarme todas las cosas y, sobretodo, para amarme».

Helen Keller en 1899 con su compañera de toda la vida y maestra, Anne Sullivan. Foto de Alexander Graham Bell
en su Escuela de Fisiología Vocal y Mecánica del Habla.