Por Alejandra Etcheverry

Cuando apartas los ojos apenas un instante
y se cierra el espacio como un nido vacío,

si el mañana es un lobo que respira acechante
y son fuego las gotas que regala el rocío.

Cuando aprietas los labios en un rictus amargo,
y una nube de hielo se cuela entre tus manos

cuando estallan los sueños y te cubres en llanto,
Y miras el olvido como un camino largo.

Cuando bajas el rostro y te tocas la frente
y el cansancio te pesa como aplastan los años,

si es un tiempo de angustia dormido en el presente
y un suspiro silente se escapa entre tus labios

Yo correré a abrazarte en todos los instantes
y te daré mi nido por tu nido vacío.

Haré manso cordero del lobo amenazante,
con lágrimas de sol que regala el estío.

La amargura en dulzor dejará su letargo
y enlazadas en luz será el camino llano.

Tachonados de estrellas que susurran su canto,
los recuerdos de ayer serán algo liviano.

Y en la mirada abierta hallaremos la fuente
de nuestro propio ser sin que medien engaños.

Tu mano con mi mano, tu frente con mi frente.
Tu pie junto a mi pie, sobre cada peldaño.

Y dos que se hacen uno en la paz de ese instante,
al reescribir el sueño que callan los amantes.