Si hay cemento que no se note
Por Sebastián Reynoso
Corría el año 1985, cuando la ciudad se vestía de fiesta en una nueva oportunidad, una de las instituciones más prestigiosas y necesarias de la ciudad de Villa Mercedes, estaba a punto de inaugurar su nuevo salón. Ese espacio albergaría no solo el equipamiento para las tareas de combate del fuego, sino también los vehículos especializados, herramientas, y allí se desempeñaría la actividad de entrenamiento para los nuevos asociados.
La expectativa era enorme, la ansiedad casi que no les permitía disfrutar del momento a los jefes del cuartel de Bomberos del Fortín, comisión directiva, a cargo del presidente el Dr. Moreti, seguido por: don Gil, don Calderón, el gringo Methol, el flaco Juárez, el cholo Barroso, Marinelli, el cabezón Villegas, el coco Micolo, Germundis, Migliabaca y Maldocena. Se esperaba la presencia del entonces gobernador de la provincia de San Luis, el Dr. Adolfo Rodríguez Saá.
Para el discurso de los oradores a la hora de la presentación, sobre la vereda que da a la calle Pedernera, se hizo una construcción que daba la sensación de monumento, donde además se colocaría una placa con el nombre de todas las autoridades presentes, el mismo estaría oculto sobre una gran tela negra, que tendría que descubrir el mismísimo gobernador de la provincia, una vez anunciado y presentado el nuevo salón.
Y el plan era que ante la atenta mirada del público que asistiera aquella tarde, uno de los autobombas haría su ingreso triunfal al salón, con las sirenas encendidas que erizarían la piel hasta de los más insensibles, en teoría, todo encajaba a la perfección, solo restaba el momento.
Una gran concurrencia de vecinos se hizo presente, y es que la comunidad colaboró mucho en esta nueva obra, en aquellos tiempos cualquier vecino se podía asociar a los bomberos para colaborar y ayudar a la institución, por supuesto que todos los meses había sorteos de premios muy lindos.
El presidente de la institución, el Dr. Moreti al lado del gobernador de la provincia de San Luis, el Dr. Adolfo Rodríguez Saá dieron inicio al acto y autorizaron a que el camión, conducido por el bombero Osvaldo Jaime, se desplegara por calle Pedernera de norte a sur, y así, doblando por calle Remedios de Escalada, para poder ingresar a los 25 metros al salón, pero algo salió mal, el cálculo no fue preciso, y el autobomba conducido por Jaime terminó impactando en un costado del monumento que hacía muy poco habían construido, ¡vaya susto que se pegaron todos!
Gracias a Dios nadie resultó herido, pero el monumento terminó en el piso y el vehículo abollado del lado de la puerta del acompañante, el problema era que al otro día se celebraba el tan ansiado desfile por el 9 de Julio, y el coche debía estar presente y desfilar para toda la comunidad presente.
El Dr. Moreti tuvo una idea, una salida momentánea. Cubrir el abollón con cemento. En la institución estaba el gringo Methol, quien era un excelente albañil, con decir más, el nuevo salón había sido construido con sus propias manos, y fue así que se lo cubrió con cemento, luego de secarse se procedió a pintarlo de rojo, casi que ni se notaba que allí hubiese habido un abollón, ni mucho menos que estaría reparado con cemento, la idea era que luego del desfile se lo llevarían al chapista para hacer bien la reparación, pasaron más de 20 años y el autobomba aún continuaba en iguales condiciones, hasta que al final fue vendido a otra institución de la provincia.