Contra todas las prisas
Por Eliana Cabrera
En medio de la vorágine de la época, una recomendación de lectura. El día después de las fiestas de fin de año nos deja pensando entre la euforia y los balances. No es obligatorio, pero esa es la tendencia: evaluar, sopesar, observar lo que vivimos en los últimos 365 días. Alegrías, angustias, logros, fiascos, sucesos inesperados y planes concretados. Tenemos la sensación de que el mundo cada vez va más deprisa, de que los años pasan más rápido, pero el frenesí siempre alcanza su pico en diciembre. La invitación de Como un tren sobre el abismo (o contra toda esta prisa) es la detención, la pausa y la inutilidad.
Carlos Skliar, autor de este libro, es un investigador, docente, fonoaudiólogo y escritor argentino. Se especializó en literatura, pedagogía y filosofía, y es Investigador Principal del CONICET y de FLACSO, donde es co-director del Posgrado Internacional Escrituras: Creatividad Humana y Comunicación. Ha escrito numerosos libros y ensayos en torno a las pedagogías, alteridades, diferencias ylenguaje, siempre jugando con un tono entre poético y filosófico.
Como un tren sobre el abismo (o contra toda esta prisa) es uno de sus últimos libros, publicado en 2019. Se trata de un compilado de siete ensayos cortos, en los cuales se pregunta por la celeridad del tiempo “actual”, por la falta de conversación, por las limitaciones del lenguaje y la insistencia del mundo por volverse más rápido y productivo cada vez. ¿Qué lugar le damos a lo nuevo/novedoso, y cómo condiciona nuestra formas de ser y estar en el mundo?
Para Skliar, en medio de la vorágine del mundo moderno, faltan espacios para la inutilidad, el “dolcefarniente”. La tendencia, justificada por un contexto de capitalismo y competencias crecientes, es correr; hacia una meta o hacia la nada, pero mientras más rápido, mejor.
Para el autor, eso culmina en “(…) una sensación compartida de infinito cansancio, un imperioso deseo de estacionarse o salirse, la necesidad de mirar simplemente por la ventana, el querer que se acabe todo de una vez, que haya otra cosa que deambular y estar erráticos, desinteresados, apáticos, lunáticos, desenfocados, desentendidos, perdidos en la humareda del vaivén de los sucesos diarios”.
Frente a un presente marcado por la velocidad, Skliar propone la desaceleración y la pausa. Si bien la rapidez no es una marca de esta época en particular (personas de cualquier tiempo han sentido alguna vez que la vida pasa muy rápido) el autor propone (re)tomar el ahora; no con frases clichés que alientan el “carpe diem” de vivir cada día como si fuera el último, sino salvando el tiempo propio de los tiempos impuestos por una sociedad apresurada: “(…) adueñarse del único tiempo no apresado por las redes de comunicación inmediatas, ni por las insulsas cronologías productivistas, ni por el abuso de la aceleración, sino por la pausa, por la hondura de lo incalculable”.
Quizás uno de los tópicos más comentados hacia fines y principios de año es la realización personal, la definición y evaluación de metas y sueños. En esas búsquedas, agotamos nuestras fuerzas, y es común llegar a diciembre con cansancio y sensación de agotamiento.
Mientras la sociedad propone que venzamos pronto esas sensaciones, que batallemos contra ellas y nos repongamos para volver al ritmo del mundo, Skliar propone quedarnos en el reposo y en la sensación de no estar haciendo nada útil “(…) salirse del tiempo, del tiempo utilitario, el quitarse de la agonía impracticable de la auto-realización, abandonar la orgía de ruidos constantes para crear, así, infinitos instantes de ‘otro tiempo’”.
Claro que poder salirse del mundo y dedicarse a la lectura, al pensamiento y la conversación es en parte un privilegio; simplemente no se puede renunciar a la modernidad, las responsabilidades y exigencias productivas. Pero la propuesta es rescatar al menos una parte del tiempo para volver a uno mismo, saber que podemos permitirnos la detención, sentir cansancio, mirar un punto fijo y estar despreocupados. En época de vacaciones eso es esperable y aceptado por la sociedad, pero quizás esa puede ser nuestra pequeña rebeldía en la cotidianeidad, durante todo este año que comienza.