La Morocha
Por Sebastián Reynoso
Una de las fábricas líderes en la industria alimentaria mundial se estableció en la ciudad en los años 50. Allí se manipulaba y comercializaba todo tipo de chacinados. Según la historia, esta fábrica era propiedad de los hermanos Rosas, pero en 1953 fue adquirida por la sociedad «Fernández-Mediavilla». Instalaron el nuevo frigorífico en las calles Europa y Pringles.
Fernández y Mediavilla eran inmigrantes españoles que anteriormente habían tenido un emprendimiento de elaboración de chorizos de manera casi artesanal. Al año siguiente de haber comprado la firma, se les unió un nuevo socio, don José Albarracín, quien puso en marcha un nuevo establecimiento dedicado a la faena de animales. Así nació el histórico frigorífico La Morocha.
A medida que la empresa crecía, incorporaba nueva tecnología y generaba mucha fuente de trabajo. El frigorífico La Morocha producía carne vacuna y menudencias congeladas tanto para la exportación como para el consumo interno.
Años más tarde, se puso en marcha un nuevo plan de engorde a corral de ganado vacuno, instalando así en la ciudad el primer «Feed Lot» importante de Argentina con unas 5.000 cabezas de ganado.
Desde su puesta en marcha, la fábrica frigorífica ha tenido una especial trascendencia en la vida y el desarrollo de la ciudad de Villa Mercedes. Siempre ha sido una de las principales fuentes de trabajo de la ciudad.
La misma firma adquirió otras plantas frigoríficas en otras provincias vecinas como San Juan y Córdoba. En su ciudad, instalaron un cuarto establecimiento que se llamaría «Fabricarne». La faena diaria promediaba entre 500 y 700 cabezas de ganado, empleando así hasta 900 trabajadores.
Las crisis, que son habituales en nuestro país, afectaron duramente su producción y la firma La Morocha S.A. presentó la quiebra en 1986. Sin embargo, las reuniones judiciales con acreedores, entre los que se encontraban sus propios empleados, evaluaban en todos los ángulos posibles cómo se podía afrontar las deudas.
La sociedad villamercedina no salía de su asombro y la conmoción que esto generaba, ya que esto ponía en riesgo muchas fuentes de trabajo. Muchas familias podían quedar a la deriva, pero finalmente, ese mismo año, uno de los socios, Julio Mediavilla, a quien cariñosamente llamaban «el gallego», y quien fuera además el alma y el corazón de los frigoríficos, murió en un accidente de tránsito a sus 62 años de edad. Esto generó el cierre casi inmediato de la empresa.
Un año más tarde, el frigorífico reabrió sus puertas, más precisamente el 26 de mayo de 1987, bajo el nombre de «Frigorífico Luján». Pero esta vez, solo reincorporaron a 280 obreros, con una faena diaria de 130 animales. Con el tiempo, superando otras crisis del país, finalmente, la firma La Morocha fue comprada por la empresa Quickfood, que era propiedad de la familia Bameule.
La ciudad entera se vistió prácticamente con publicidades de la nueva empresa y su producto insignia, las hamburguesas «Paty». De esta manera, la empresa modificó y amplió sus instalaciones.
En el año 2007, la firma brasileña «Marfrig Global Foods» adquirió casi en su totalidad las acciones del frigorífico Quickfood y otros establecimientos industriales en la ciudad, manteniendo la propiedad hasta la actualidad.
El frigorífico La Morocha fue un pilar fundamental para el crecimiento de la ciudad, generando numerosas fuentes de trabajo y un importante movimiento económico que benefició a la sociedad en su conjunto.
