Miguel Ángel Carrizo-19-03-2023
Soy Miguel Ángel Carrizo, soy de San Luis, nací el 21 de mayo de 1977. Crecí en el barrio norte, detrás de la cancha de Estudiantes, nací ahí, ese era el patio de mi casa, todavía estaban las vías del tren. Estudié en la Escuela Lafinur, nivel inicial y primario, después me fui a la escuela de Comercio N°5.
A mi papá no le gustaba el fútbol, a mi mamá menos, a mí y a mis hermanos nos encantaba, pero jamás nadie nos incentivó a jugar. Lo mío fue suerte, tenía nueve años y recuerdo que había un muchacho, Jorge, que armaba un equipo y nos llevó a jugar un campeonato de barrio en la zona del Parque de Las Naciones. Todo ese equipo pasó al Club Pringles, pero no pude ir a entrenar por el colegio.
A los dieciséis años, por un compañero del secundario, fui a Pringles de nuevo porque entrenaban de noche. A los diecinueve volví, por Pablo Aguilar, ya que a él lo citaron para la primera y a mí para la reserva, como era mi amigo lo acompañé, jugué en reserva, Pablo jugó ese partido y después no jugó más, yo pasé a primera, por eso digo que tuve mucha suerte. En la temporada 2000/2001, me llamó Estudiantes para jugar también el regional. Al ascender Juventud Unida me llamaron para integrar el plantel y estuve desde el 2001 hasta el 2004, de ahí me fui a Estudiantes de Río Cuarto, desde principios de 2005 hasta fines de 2012, jugando los regionales para ellos y también algunos clubes de la región.
En 2012 volví a Estudiantes, ascendiendo con el torneo regional, en el año siguiente estuvimos en el segundo y hasta el 2014 jugando el Torneo Federal A. En la mitad del campeonato me retiré del fútbol. En Estudiantes me tocó jugar de mediocampista y defensor central con el “Indio” Gallardo, a mí me gustaban esas posiciones, si al equipo le servía le metía para adelante, era más de marcar y no tanto de jugar, esa era la limitación.
Volver al fútbol de San Luis, después de haber jugado afuera, me dio una disciplina diferente, algunos chicos no estaban acostumbrados, si estaba un poco nublado no entrenaban. Fue un cambio importante para la ciudad, la provincia y los jugadores del medio, igual nos falta un montón todavía, pero nos sirvió y nos ayudó para ascender. Uno de los momentos más lindos que viví fue el ascenso en Río Cuarto en 2009, ascendimos al Argentino A con la mayoría de jugadores del club, a mí me contaban como uno de ellos. Teníamos a Martín Urando, que había jugado en Juventud y a Botino que fue capitán de Estudiantes.
Éramos los tres que no habían salido del club, el resto eran todos de las inferiores. Son recuerdos hermosos, yo era el más grande del grupo y logramos ascender cuando nadie esperaba que lo hiciéramos. Me emociono cada vez que lo recuerdo y me quedaron muy buenos compañeros y amigos de ese grupo.
En el 2017 arranqué trabajando en Estudiantes por pedido de Gerardo para dirigir las inferiores en AFA. Después pasé, con Sergio De La Fuente, a GEPU que jugaba el regional, para trabajar como ayudante de campo. En Juventud estuve tres años dirigiendo la octava de AFA. Paralelamente trabajaba en San Luis Agua, y me hablaron de Desarrollo Social para dedicarme a pleno al equipo femenino. Fue un cambio lindo, no quería dirigir en primera porque no podía disponer plenamente de los tiempos, no podía comprometerme con algo que no lo iba a poder hacer. Así llegué a ser el DT del Club de Desarrollo Social.
Lo más difícil es el hábito de entrenar todos los días, pero es lo que hace la diferencia a la larga, si a eso se le suma la técnica y táctica se complica para el adversario. El club está muy bueno, los chicos como Víctor, Luis, Romina, son unos genios, están en todo. Desde el ministro Nicolás, y todo el grupo trabaja con mucha humildad, fue todo muy rápido y gracias a Dios se nos pudo dar el ascenso. De a poquito ellas se fueron dando cuenta y se fueron convenciendo de que podían lograrlo, lo hicieron y fue una alegría muy grande lograr un ascenso y quedar en la historia del club que es muy nuevo. Este año trataremos de seguir peleando, porque sabemos que hay buenos equipos a ganar.
Mi familia está compuesta por mi señora, Judith Pereyra, mis hijos Thiago, Mateo y Marcos. Con el mundial los varones estuvimos todos terribles, mi señora ya es más futbolera que nosotros, nos olvidamos de algún partido y ella se acuerda. Agradezco a todas las chicas por la predisposición que pusieron desde un principio, a Víctor, Luis, Romi, Judith, Laura y a todo el ministerio que siempre está a disposición. A los profes Néstor, Mario, Marisol, Diego, el entrenador de arqueros, a Mauricio. Hemos pasado unos meses bárbaros, con un poco de nervios, porque si no se sufre no vale, es normal, todos ellos han sido fundamentales.