Reportajes

Lucrecia Ontiveros, 26-03-2023

Mi nombre es Lucrecia Ontiveros, nací el 22 de julio de 1989 en la provincia de Santa Cruz ya que mis padres, por trabajo, vivieron un tiempo allí, ellos son nacidos en San Luis. Cuando tenía  tres años se volvieron a la provincia. Vivíamos en el  barrio Jardín Aeropuerto, soy la cuarta de ocho hermanos y mis recuerdos son siempre disfrutando junto a ellos, más unidos con los mayores, con mucho juego, cuidándonos y cubriéndonos de nuestras travesuras. En mi familia siempre estuvo la tradición de juntarnos los domingos, armábamos nuestros propios shows, por momentos vivíamos en una comedia musical (se ríe). Mi mamá es profe de folclore, ella nos enseñó mucho, aunque no tenía una academia, es maestra jardinera, pero siempre su labor docente iba de la mano de su labor artística. Aprendí a bailar en casa, bailaba en los cumpleaños familiares gato y chacarera, disfrutando con toda mi familia. 

En una oportunidad Nahuel, uno de mis hermanos, concurrió a un taller en la escuela, yo lo acompañé, era el Infanto Juvenil del ballet de la provincia, que entonces dirigía Carmen Sosa. Me invitaron a bailar, me animé, y desde ahí nunca dejé. Pasaron los años y conocí a quien hoy es mi marido, en un certamen de folclore.  Tengo cuatro hijos y todos bailan, y se han criado en la danza, por eso se convirtió en una tradición más que familiar.

Mi mamá y mi hermana mayor, que también es profe de folclore, siempre nos enseñaban como un juego, hasta que nos fuimos enamorando de este arte. El primer ballet donde participé estaba dirigido por Yamile Lucero, de Villa Mercedes, junto a Daniel Ojeda, luego se formó una agrupación de bailarines sanluiseños cuyo objetivo era representar a la provincia en Cosquín, compartiendo ese objetivo conocí a Marina Adorno y Carlos Adorno, directores de la academia La Sajuriana, donde luego fui a bailar y donde estuve casi diez años, siendo parte del ballet juvenil. Mi pareja era profe allí también, pero por esos caminos de la vida decidió cambiar su rumbo y me invitó para armar “El Facón”, una academia de malambo. Al principio era solo malambo y luego fue evolucionando, actualmente formo parte del grupo de profesores, ya llevamos cinco años de vida. 

Mi marido, Emiliano Alcaráz, comenzó su carrera siendo profesor  de malambo, hacíamos en ese momento solo malambo tradicional (también malambo en conjunto que es una estilización del malambo propiamente dicho), preparándonos con el objetivo de presentarnos en el Festival Nacional del Malambo en Laborde, Córdoba. Cuando estábamos participando allí, me dijo que se animaría a realizar danzas, para probar, yo le dije que sí. Después de algún susto, la idea era comenzar de a poco, sobre lo tradicional, algo estilizado, porque es más divertido para los chicos, se puede comenzar como jugando. 

Fuimos creciendo en cantidad de alumnos y comenzamos a soñar más grande, comenzamos a  participar en certámenes sumando estilizado, y de a poco seguimos y estamos en esa búsqueda, hoy no podría decir cuál es nuestro estilo definitivo, porque mañana puede cambiar. Hoy tenemos un proyecto pero quizá mañana cambie. Ojalá algún día los chicos puedan vivir de esto y llegar a los escenarios más grandes, como tuvimos la posibilidad de traer este año un campeón nacional, que es del Facón, es el caso de  Alexis Logiudice, que ganó en el estilo malambo norteño en Laborde.

Fue una locura, al pasar a la final nosotros ya estábamos extasiados, como muchas personas que viajaron para acompañar a Alexis y a Emilio, fue un gran orgullo y una gran satisfacción. Pero ahora viene el después, cuando sos campeón se abren otras puertas y desafíos más grandes, y debemos trabajar para que el resto del grupo también logre sus sueños. Este año incursionamos en las danzas contemporáneas, de curiosos, junto a Lisandro que está estudiando danzas en Córdoba, pero es parte nuestra porque es co-creador de la academia, ya que está desde el comienzo, también se sumó Jazmín Pedraza, es profe de Córdoba, ellos nos dieron un curso intensivo de danzas contemporáneas, para incursionar en nuevas técnicas y desafíos para el grupo, la idea es ampliar nuestros conocimientos tanto a los profes como a los bailarines. 

El crecimiento del facón me sigue llenando de orgullo y ha superado ampliamente mis expectativas. Mi hija Josefina sueña con vivir de la danza como bailarina, hoy es maestra de jazz, profesora de folclore y tiene tan solo quince años, con los varones me pasa lo mismo. Mi momento más feliz en la danza como bailarina, fue bailar un cuadro libre junto a mi marido, embarazada de mi cuarta hija, en La Sajuriana, nunca me sentí tan plena. Como profe tengo muchos momentos felices, el último fue la gala de fin de año de 2022, bailando con todos los chicos, viendo sus caras de satisfacción, eso es lo que buscamos diariamente.  

Gracias al semanario por estar junto a los artistas, como mensaje digo que hay que tener cuidado con lo que se sueña porque muchas veces se cumple. Hay que animarse a soñar a lo grande.