Expresiones de la Aldea, San Luis

La cita

Eugenia Paone (*)

¿Te acordás que te conté que al fin habíamos concretado cita con Santi? Le dije que dejaría la puerta abierta para que entrara al llegar. Yo pensaba esperarlo lista, con ese camisolín transparente que tengo hace unos meses y no había tenido oportunidad de usar todavía. Compré uno de esos foquitos que están de moda ahora, esos que tienen una luz súper tenue pero que le dan estilo a cualquier lámpara. Lavé las sábanas con ramitas de lavanda como me dijiste vos, para que el aroma florezca con el roce de la tela; lo probé antes y funciona increíble, gran dato ese. Los preparativos comenzaron desde temprano, no sé por qué me dieron ganas de un “full service”, así que me teñí el pelo, me pinté las uñas de violeta y empecé a depilarme con una cera especial de abejas que se suponía no hacía doler nada. ¡Ay amiga, no sabés!, la esparcí por el cavado primero y la saqué sin problema; la piel quedó bellísima, suave y hasta reluciente; ¡de una estrella porno! Por lo que me animé a ir un poco más. Me dije, “esta es la oportunidad perfecta para probar algo más atrevido” y confiada cubrí toda la piel de la zona. Cuando quise sacarla, la cera se había pegado distinto, no sé, se hacía chicle, no podía despegarla. ¡No te imaginás el dolor!, encima, de los nervios comencé a transpirar; estaba desesperada, era un desastre. Entonces, escuché el picaporte de la puerta de casa abriéndose, ¡había llegado Santiago! Eso lo empeoró todo, mi baño no tiene cerrojo, podía abrir mi puerta en cualquier momento y yo ahí con un pie en la bacha y el otro en el piso, muy lejos de cualquier fantasía erótica que pudiera tener, más cercana a una pintura de Caravaggio en plena masacre. Oía los pasos de Santiago sobre el piso flotante del comedor y yo arañando los pedazos de cera como podía, capaz con algunas partes de piel, qué importaba. Creo que lo escuché llamarme, acercarse a la habitación. No pude con la escena amiga, yo sé que esto suena superficial, hasta tan poco deconstruido en este 2023. Yo, que orgullosamente me considero feminista y defensora de las libertades estéticas de las personas. En ese momento tan real, fui otra, no pude conmigo misma. Silenciosa pero rápida me envolví en la toalla, me trepé a la mesada del baño y me escapé por la ventana. Quedé pegada a la pared de afuera de la casa, muda, mientras escuchaba que Santi entraba al baño y me buscaba. No me atreví a responderle, me escabullí por la medianera del costado y caminé estas cuadras así, intentando mimetizarme entre los árboles y postes hasta llegar a tu casa, ¿puedo entrar?

Pintura de Nadja Nenakhova.

(*) Eugenia Paone. Soy un río de invierno, un canasto de juegos, un engranaje corrido de secuencia, la artista que fui de niña, palabras escritas por otros, la luz encendida al lado de la cama, un intento, una carcajada que estalla, un campo sin maternar, una taza que se vuelca en el regazo, un deseo.