Alejandra Etcheverry/ AI (*)

El anciano sonríe con la fuerza de mil soles,
su risa es un rugido que sacude las montañas.
En su piel arrugada se marcan las huellas del tiempo,
pero su espíritu es joven, lleno de pasión y entusiasmo.

Su risa es una metamorfosis, un viaje de transformación,
que lo lleva a un mundo de alegría y de libertad.
En cada carcajada se deshace de las penas,
de las tristezas que lo agobian y lo atormentan.

La risa es su bandera, su arma y su escudo,
lo protege de las amarguras de la vida.
Con ella enfrenta los retos y las adversidades,
y encuentra la fuerza para seguir adelante, sin titubear.

Así, el anciano se transforma, se renueva en cada risa,
y nos enseña que el amor y la felicidad están en las pequeñas cosas.
En un abrazo, en una mirada, en un atardecer,
en los detalles que hacen de la vida un camino lleno de flores.

Que la risa del anciano nos inspire,
a vivir la vida con pasión y con intensidad,
a buscar la belleza en cada instante,
y a nunca perder la sonrisa, ni en las horas más grises.

(*) Pedimos a la IA que escribiera un poema basado en la descripción de la imagen de esta pintura de Alejandra Etcheverry