Expresiones de la Aldea, La Aldea y el Mundo, San Luis

Los Carnavales de 1905

Jesús Liberato Tobares

En aquellos tiempos los carnavales se celebraban tan dignamente como era posible en la modesta ciudad de entonces. Y para ello se nombraba generalmente una comisión compuesta por personas de actuación destacada que se encargaba de programar la fiesta. 

Para celebrar el carnaval de 1905, el jueves 9 de febrero se reúnen en la casa de don Víctor Páez unas cuantas personas que cambian ideas sobre el tema. 

Se designa la comisión que queda integrada así: presidente Víctor Páez; vicepresidente Emilio L’Huillier; secretario Carlos Hawques; tesorero Juan Cacace; vocales Enrique Donado; Francisco Adaro, Guillermo Levingston, Martín Berreneche, Buenaventura Vila, Germán Crespo, Eufrasio Sosa y Pablo E. Lucero. 

Se resuelve que el itinerario que recorrerá el corso será la calle San Martín entre Pringles y Ayacucho; se levantaría una suscripción en el comercio para sufragar los gastos y se determina que habrá tres bailes de disfraz y corsos nocturnos y diurnos. Se corre la voz en la ciudad que entre la juventud se está organizando una comparsa que será numerosa. (1) 

Antes de fin de mes se reorganiza la Comisión bajo la presidencia del Dr. Abelardo Figueroa y se establece que los bailes se harán en beneficio de la Sociedad de Beneficencia. Se acuerda otorgar premios al carruaje mejor adornado: a la mejor comparsa y al frente de casa mejor presentado. 

La comisión pide a los vecinos de las calles del recorrido del corso, que concurran al mayor lucimiento del mismo, iluminando y engalanando los frentes de las casas. La Municipalidad cuidará de la perfecta iluminación y arreglo de las calles. Al efecto instalará seis arcos de luces. (2) 

El 4 de marzo uno de los dos diarios existentes en San Luis da 116 Colección Obras Completas esta noticia: “La calle San Martín está completamente adornada con arcos, gallardetes y guirnaldas y presenta una atrayente y alegre perspectiva. Extráñase -sigue diciendo- que todavía no se haya dado a conocer el edicto reglamentario de los juegos de carnaval que es de práctica para contener los abusos. Habría que arribar a un convenio con los cocheros de plaza relativo a los precios de alquiler de los coches para el corso que debe ser equitativo y uniforme. De lo contrario se corre el riesgo que quede el corso desierto como ha ocurrido otras veces debido a las exigencias injustificadas de los cocheros”. (3)

Los tres días del carnaval de 1905 fueron una fiesta deslumbrante de colorido, de luz, de movimiento y de alegría. En aquellos tiempos se acostumbraba tapizar la calle por donde discurriría el corso, con plantas de hinojo que pisoteadas por las ruedas de mateos y las patas de los caballos (ya que en ese tiempo no existían automóviles), exhalaban un agradable perfume. 

El corso comenzaba a las 6 de la tarde y se prolongaba más allá· de las 12 de la noche. Se jugaba con serpentinas, flores y papel picado. Las serpentinas se arrojaban de coche a coche (es decir de mateo a mateo) y estos quedaban envueltos. Igual que los caballos, en cientos y miles de finas y multicolores cintas. Las flores se arrojaban a las niñas y jóvenes por quienes se sentía alguna preferencia especial; el papel picado se arrojaba indiscriminadamente. 

Los mateos llevaban grupos de niñas y de jóvenes separadamente, y se acostumbraba que antes de comenzar el corso los jóvenes que tenían especial interés por alguna niña, les enviasen cajas de serpentinas o canastas de flores de regalo. El papel picado, las serpentinas y en algunos casos las flores, eran traídas en cajones desde Río Cuarto o Rosario.

El 11 de marzo de aquel memorable 1905 los diarios comentan que han pasado, como pasan todas las cosas humanas, los tres días de locura del carnaval. En las calles solo quedan montones de cintas de papel, entretejidas en desorden; restos de caprichosas serpentinas; papel picado que cayó como lluvia sobre las hermosas cabecitas; ahora desparramado y descolorido en los extremos de la calle; ramos marchitos pisoteados por las ruedas de los carruajes; pedazos de pomos retorcidos por nerviosas manos que les sacaron hasta la última gota de agua. (4) 

En la noche del 11 de marzo se celebró el último baile; el de entierro del carnaval de 1905.

(1) Diario “La Reforma” Nº 11/2/1905. (2) Diario “La Reforma” Nº 1/3/1905. (3) Diario” La Reforma” Nº 4/3/1905. (4) Diario “La Reforma” Nº 11/3/1905

Niños jugando con las máscaras para carnaval, Buenos Aires.