Expresiones de la Aldea, San Luis

Viernes y Crusoe

“La vida e increíbles aventuras de Robinson Crusoe, de York, marinero, quien vivió veintiocho años completamente solo en una isla deshabitada en las costas de América, cerca de la desembocadura del gran río Orinoco; habiendo sido arrastrado a la orilla tras un naufragio, en el cual todos los hombres murieron menos él. Con una explicación de cómo al final fue insólitamente liberado por piratas. Escrito por él mismo”.

Así se llamaba en realidad la historia conocida por todos como Robinson Crusoe y que es considerada la primera novela inglesa. La obra, publicada en abril de 1719, es una de las más famosas del escritor inglés Daniel Defoe.

En una época de auge del imperialismo británico, el libro fue entendido mucho tiempo después como un aceptación del esclavismo y el colonialismo, sobre todo por la relación establecida entre Crusoe y Viernes, su único compañero en la isla. Nombrado así por el día en que se conocieron y sin entenderse una palabra, Crusoe inicia una relación de amistad pero también de colonización sobre su compañero, al que le enseña tareas y lo evangeliza, tal como los colonizadores hicieron en las tierras descubiertas.

El personaje de Viernes es casi tan principal como Crusoe, que es quien (supuestamente) escribe el relato. Esto llevó a muchos lectores a pensar que se trataba de una historia real, aunque no lo fuera.

Pero el libro sí estuvo inspirado en una: se trataba de Alexander Selkirk, un marino escocés que pasó cuatro años en una isla desierta del océano Pacífico.

Daniel Defoe​ fue un escritor, periodista y panfletista inglés, mundialmente conocido por su novela Robinson Crusoe.

Robinson Crusoe (fragmentos)

En primer lugar, le hice saber que su nombre sería Viernes, que era el día en que le había salvado la vida. También le enseñé a decir amo, y le hice saber que ese sería mi nombre. Le enseñé a decir sí y no, y a comprender el significado de estas palabras.

(…)

Al día siguiente le enseñé a moler el grano del modo en que solía hacerlo y que ya he explicado anteriormente. Rápidamente aprendió a hacerlo tan bien como yo, en especial, cuando comprendió su propósito, que era preparar pan, pues en seguida le mostré cómo lo hacía y también cómo lo horneaba. (…) Comencé a considerar que, siendo dos bocas que alimentar en vez de una, debía procurar más tierra para el cultivo y plantar más cantidad de grano que de costumbre.

(…)

Desde que Viernes estaba conmigo y había empezado a hablarme y a entenderme, quise inculcar en su alma los fundamentos de la religión. Un día le pregunté quién lo había creado y la pobre criatura no me comprendió en absoluto; pensaba que le preguntaba por su padre. Entonces, decidí darle otro giro al asunto y le pregunté quién había hecho el mar, la tierra que pisábamos, las montañas y los bosques. Me contestó que había sido el anciano Benamuckee, que vivía más allá de todo. No pudo decirme nada más acerca de esta gran persona, excepto que era muy viejo, mucho más que el mar, la tierra, la luna y las estrellas.

(…)

A partir de esto, comencé a instruirle en el conocimiento del verdadero Dios. Le dije, apuntando hacia el cielo, que el Creador de todas las cosas vivía allí arriba; que Él gobierna el mundo con el mismo poder y la Providencia con que lo había creado; que era omnipotente y podía hacerlo todo, dárnoslo todo y quitárnoslo todo. Así, poco a poco, fui abriendo sus ojos.

La Opinión/La Voz

‘Robinson Crusoe’ (una edición de 1860), fue la obra más famosa de Daniel Defoe.