Por Alejandra Etcheverry

Queja del viento de agosto
golpea vidrios internos,
nubla el contorno del rostro,
con sus pinceles de invierno.

Sobre el camino que sube,
gotas de cristal en danza,
 alimentan a la nube
que desde la tormenta avanza.

Un cielo de gris y plomo
posa su mano de frío,
acariciándole el lomo
a las corrientes del río.

Y se duerme en el olvido
el calor de primavera.
Vacío ha quedado el nido
que a sus pájaros espera.

Es tiempo de cortos días
y de oscuras noches largas.
Tus manos junto a las mías
hacen que no sean amargas