La pasión según Pincen
Por José Villegas
El último de los bravos, “el maldito” (como le llamaba Martín de Gaínza), era “cazado” por el Cnel. Conrado Villegas el 11 de noviembre de 1878, quien en su parte escribía a Roca: “En este momento regresó del Desierto. Resultado de la expedición: seis indios muertos. Prisioneros: cacique Pincen, un capitanejo, dieciséis indios de lanza, sesenta de chusma y doce cautivos rescatados. En la chusma está toda la familia de Pincen. Es conveniente dejar a Pincen separado unos días en este campamento, pues a su visita se han de presentar algunos”.
Tanto antropólogos como algunos historiadores coinciden en el origen de Pincen y sostienen que:
“…no era indio sino blanco; que había nacido en Renca, en la Provincia de San Luis, y que había sido capturado en un malón cuando tenía tres años. Su verdadero nombre era Vicente Rodríguez”.
Lo cierto es que Pincen fue el último de los grandes guerreros de su pueblo Rankul. Pero además fue el respetado y venerado genpín (dueño del decir) entre su gente. Este genpín, especie de amauta incaico, era poeta y narrador; leía y escribía a la perfección, tenía una memoria prodigiosa y cuentan que en aquellas noches calmas de cielos estrellados, alrededor de los fogones, entretenía a todos con historias legendarias y lecciones de filosofía de sus antepasados. Pincen fue liberado por orden de Roca de su prisión en Martin García, para pasar a Junín donde, hasta el final de sus días fue: peón de estancia.