Martín Ochoa
Soy Martín Ochoa, nací el 11 de noviembre de 1972. Tuve una niñez hermosa en el barrio Pringles, en el Club Jorge Newery, que era como el patio de mi casa, para mí y para todos los pibes que vivíamos en el barrio Pringles. Hacía tenis, hacía fútbol, recuerdo con muchísimo amor las canchas de tenis, el olor típico de las canchas, la ligustrina recién mojada, regada, una época hermosa, después también compartí muchos momentos en el club aviador Origone, donde hoy lamentablemente hay un supermercado, un club maravilloso, gigante, una niñez hermosa.
Tengo a mis padres, ellos son Ramón y Mina, octogenarios, tengo la bendición de tenerlos y de que hayan apoyado siempre todo lo que hice y emprendí. Siempre que estreno algo o estoy en un proyecto, son los primeros en apoyarme.
Soy una persona muy afortunada. Mi vida transcurre a través del cine y del audiovisual, no tengo otra profesión. Lo vivo desde todos los lugares, soy docente, soy técnico, soy director, soy guionista, soy productor. Inclusive hasta hago un festival de cine, que es la Hora Mágica, que este año cumple 10 años. Toda mi vida gira en torno a esto.
Tengo actualmente 50 años y lo hago desde muy joven. En el último tiempo estuve estrenando varias obras: «Una casa con 10 pinos», que es un largometraje de ficción sobre el uso del cannabis medicinal; también dirigí «Para saber cómo es la soledad», un cortometraje ganador en un concurso de San Luis Cine sobre lo sucedido con el COVID-19, lo hice con Norma Argentina.
Luego hice una trilogía de documentales que también fueron fruto de concursos provinciales, uno es «Verte crecer», sobre la figura de Verónica Bailone, después hice «El Alemán, un explorador del Cuyum», sobre la figura de Germán Avé Lallemant, y actualmente estoy por estrenar «Asalto al Banco Nación» de Villa Mercedes, La Leyenda de Butch Cassidy, con lo que completaría esta trilogía.
Siempre he trabajado en ficción, si bien estudié documental en la Universidad de Madres de Plaza de Mayo, mi formación básicamente es de la ficción. Ingresar a este género apasionante como el documental ha sido todo un desafío para mí, en el cual terminé enamorado porque me encanta su lenguaje, sus recursos narrativos y la posibilidad que me han dado estos concursos de investigar en profundidad nuestra historia.
Próximamente voy a comenzar dos trabajos que también indagan sobre nuestro pasado, uno es referente al gran Teodoro Fels, y el otro es sobre la historia del rock en la ciudad de Villa Mercedes.
Tengo como filosofía de vida la perseverancia, la tenacidad, me considero dentro de la raza de los cabezaduras porque no me banco que me digan que no puedo. Me esfuerzo hasta el extremo para poder llegar, por supuesto que no me trazo objetivos irrealizables, sino un mix entre algo que puede ser muy difícil, pero viable.
Siempre trabajo con honestidad, soy una persona que respeta mucho el oficio que tengo, me siento muy molesto cuando veo que se manosea o se miente acerca del oficio, o no se lo trata con el debido respeto. Hacer cine con estos elementos sonoros y visuales es una fortuna.
No soy una persona que empieza la semana disconforme con su trabajo, muchas veces me pasa que se termina la semana y me quedo con ganas de seguir trabajando porque amo profundamente esta profesión desde todos los ángulos; desde la soledad de la escritura hasta el trabajo colectivo en un rodaje y nuevamente la soledad de la posproducción, la intriga por saber qué es lo que va a suceder en un día de estreno, cómo es lo que estoy atravesando en este momento.
Uno puede estar conforme personalmente con su trabajo al finalizar la etapa, pero siempre está el feedback con el espectador, luego de una función. Como dato curioso de los personajes de Lallemant y Fels es que son medianamente contemporáneos, finales del siglo XIX, comienzos del siglo XX.
Me llamó la atención lo que sucedía en nuestra provincia, ya que no ha sido bendecida por la capital, con personalidades de mucha altura intelectual.
Sobre Teodoro Fels, me motivó descubrirlo, como muchos mercedinos, he pasado muchas veces por la calle que lleva su nombre, la plaza, pero nunca supe profundamente quién era, viviendo en un momento donde la aviación recién estaba comenzando en el mundo.
Presenté el proyecto al Fondo Nacional de las Artes, donde obtuve un premio, lo que me impulsó a pedir aval de la Fuerza Aérea Argentina, y estoy encaminado en ese próximo proyecto.
Con Lallemant también me pasó algo parecido en cuanto a la búsqueda de la personalidad, Carlos Vera Da Souza, que es el productor, me convocó para dirigir ese proyecto que había ganado el concurso Gerardo Vallejo. Me llevé una grata sorpresa al descubrir la inmensidad de este personaje, lo multifacético y cómo amaba nuestra provincia. El aporte cultural que estas personas han hecho es enorme, a la vez nos plantea cierta incomodidad a todos, de saber tan poco sobre ellos.
Martín: Es hermoso ver el resultado de tu compromiso con el cine, que no es otra cosa que el fruto de tu impronta familiar y de tu amor por la provincia de San Luis. ¡Felicitaciones!