BiosPi, Innovación que se propaga
La inspiradora travesía de una startup que desafía los límites de la biotecnología y enfrenta la resistencia bacteriana en busca de un mundo mejor
Tomás Nieto
Uriel Miralles es un joven emprendedor nacido en Lavalle, Mendoza, que llegó a la provincia para estudiar la licenciatura en Biotecnología. Cursa actualmente cuarto año y le queda uno más para terminar su carrera. Durante la pandemia, comenzó a construir un laboratorio en su casa y se dio cuenta de que podía aportar ideas para un futuro mejor. Su startup, BioSpi, ha sido seleccionada por IGEM Startups y el MIT para representar a Argentina en el Grand Jamboree, el prestigioso evento mundial de biotecnología que se celebrará en París, Francia, en noviembre de este año. Nos cuenta sus comienzos y su idea permanente de incentivar a otros a perseguir sus sueños.
«Pensé en cómo puedo aplicar los conocimientos para colaborar, no solamente en la pandemia, sino para el futuro de la humanidad, relacionado al ambiente, al cambio climático, a las causas de las catástrofes que han surgido, y todo lo que viene asociado.»
Las microalgas componen el principio de la ciencia en la cual se basan los microorganismos ancestrales de más de 3.500 millones de años, que han dado lugar a través de la evolución, a todos los organismos vivos conocidos: animales, vegetales, hongos.
«Si estos microorganismos están hace 3.500 millones de años, ¿quién mejor que ellos van a conocer cómo salir adelante en situaciones de catástrofe o de cambio climático, siendo que ya lo han pasado? Así nació BiosPi, en el salón de Pilates de mi madre,» nos cuenta Uriel sobre el comienzo de este sueño.
El camino
Hace un año y medio comenzó el camino que hoy los lleva a París. Nos cuenta que el primer paso fue no ponerse límites. Se encontró con Jeremías Conrero, quien es su socio, y comenzaron con la idea de hacer un inodoro que no utilice agua y que con la materia fecal y la orina alimentar la estiurina, una microalga, generando alimento y oxígeno, pensando en la Estación Espacial Internacional o la colonización de Marte.
«A través de concursos internacionales, me di cuenta de que, para generar un impacto real, sí o sí se tiene que hacer a través de un negocio, porque la economía mundial está planteada de esa manera,» aclara Uriel. El camino no siempre es fácil y sin dificultades; comenzaron a tener trabas a nivel negocio para desarrollar el inodoro, con solamente un cliente, pero siguieron adelante aplicando el mismo modelo para tratar un problema crucial en nuestro país y en el mundo, que es la acumulación de estiércol por la cría intensiva del ganado. Bajo la idea de que el estiércol animal produzca alimento para el ganado, buscaban también disminuir la huella de carbono, produciendo mejor calidad de carne y sus derivados, pero la inversión era muy alta para los ganaderos, comparada con lo que hacen hoy, que es esparcirlo simplemente en el campo.
Uriel afirma que nunca abandonaron el objetivo. «Me empecé a especializar en biología sintética, que es una rama de la biotecnología. El proyecto de BIOSPI comenzó a transformarse teniendo un impacto mayor. Conocimos la problemática del hacinamiento de los pollos, ya que en las granjas se genera el lugar perfecto para que proliferen ciertas bacterias y virus, que al no ser controladas no tienen un tratamiento eficiente, los animales se infectan, y se pierde eficiencia de producción».
Algo más sobre la Biología Sintética
La biología sintética es una rama de la biotecnología que está emergiendo y plantea usar organismos vivos o sus derivados para obtener un servicio o un producto. Desde la fermentación láctea o alcohólica para obtener una bebida alcohólica, o un yogur, un queso.
Esos son los conceptos básicos de biotecnología tradicional, pero la biotecnología se vio potenciada por la modificación génica o edición genética, permitiendo potenciar la selección, pasando de manera artificial o manual, a una manera más rápida. «La biología sintética amplía el campo de aplicación planteando el uso de los organismos vivos pero que el humano diseñe y haga la ingeniería de sistemas biológicos, de la misma forma que lo hace un organismo vivo en la naturaleza, imitarlo y mejorar ese proceso para crear organismos que no existen en la naturaleza pero que tienen una deficiencia.»
Sabiendo que la proteína actual más económica del mundo es el pollo, pero que en estas crías intensivas se generan bacterias, cuyos tratamientos son ineficientes porque las bacterias generan mecanismos alternativos, haciéndose resistentes a los antibióticos, decidieron seguir por esta vía.
«El humano consume el pollo, que con solo tocarlo se contamina, cae enfermo. Si el sistema inmune responde bien, sale de la enfermedad, si no responde bien, termina hospitalizado. Pero en el hospital se dan cuenta de que esta bacteria es resistente a los antibióticos más comunes, así el tratamiento se encarece. Por ejemplo, un tratamiento de Campylobacteriosis cuesta 1200 dólares en Estados Unidos y 700 euros en Europa, para que un niño menor de 5 años muera, porque realmente no hay un tratamiento efectivo.
La Campylobacteriosis es uno de los ejemplos dentro del grupo de bacterias resistentes del mundo que nos llamó la atención cuando investigábamos. Hace 2 años no existía en el top 15 de clasificación, hoy en día está dentro del top 4, es la cuarta bacteria más resistente del mundo».
Esto se debe a su proliferación en la industria agrícola, al utilizarse antibióticos súper potentes. Debido a que el tratamiento no es efectivo, cada vez se inyectan bastantes antibióticos en el animal, este demora mucho más en crecer y decae su calidad, y la bacteria va generando la resistencia a la baja, como se lo denomina en el rubro.
«En BiosPi llegamos a la solución que es la vacuna oral contra la Campilobacteoris. Comenzamos a desarrollarla a principio de año, cuando quedamos seleccionados para el programa de ICM Startups, que es este programa en el cual impulsan emprendimiento de empresas emergentes o startups de biología sintética, brindándonos un proceso de asesoría, a nivel negocio, a nivel científico, para que puedas generar una empresa que reciba inversión externa para llevar el producto a la mano, y este a la granja».
Mentores de la U.N.S.L., U.C.C. y del Instituto Sefobi de Rosario, mentores de negocios de USA, colaboraron para que BiosPi fuera seleccionada entre los 15 mejores del mundo, que son 5 de América, 5 de Europa y 5 de Asia. «Los primeros 3 días participaremos de una feria de bioinnovación, a través de un stand, y en el último día se hace la presentación final del proyecto en 4 minutos, donde un jurado evaluara la parte técnica, la probabilidad de ejecución del proyecto y la parte financiera de negocios pone un puntaje, el mayor puntaje se lleva 10.000 dólares».
La vacuna está en desarrollo, ya se han cumplido las primeras etapas de la validación cívica y ahora los emprendedores van en busca de dinero para pasar a la próxima etapa que es la validación en laboratorio, es decir, demostrar que la vacuna funciona. Si bien hay instituciones o representantes de instituciones que los están mentorando y guiando en este proceso, el desarrollo ha sido totalmente de BiosPi.
Pero Uriel y Jeremías demuestran que no solo son capaces de desarrollar soluciones científicas a las problemáticas que existen y las que se avizoran, también tienen mucho que decir: «las expectativas son altas, venimos trabajando al 100% para poder dar lo mejor en Francia, destacar que en Argentina no hace falta tomarse un avión para lograr el éxito y marcharse a otro lugar, sino que simplemente lo podemos hacer desde el salón de pilates de tu mamá, demostrarle al mundo que Argentina es un país líder en innovación, que tenemos instituciones que nos acompañan; los jóvenes somos quienes tenemos que tomar esa iniciativa y comunicarnos con el mundo para que sepan que queremos aportar nuestro granito de arena y crear un mejor futuro, esa es nuestra filosofía. Junto a Jeremías, que es de una localidad del interior de Córdoba, pensamos de esa manera, más allá de la situación y el contexto en que estemos, es lo que queremos transmitir desde BiosPi».