La Aldea Antigua, San Luis

La venta de moscas en Japón y la censura en Estados Unidos

Noviembre de 1923

La Asistencia Pública de Osaka, como casi todas las Asistencias Públicas del mundo, es muy enemiga de las moscas. Estudiando cómo combatirlas con mayor eficiencia, el director pesó en ofrecer un precio de medio centavo por mosca, viva o muerta, que se le entregara.

Hacer eso y dedicarse todos los pequeños osakeños a la caza de la mosca, todos fueron uno, y al cabo de una semana se rescindió la orden. Entretanto, centenares de niños situaban diariamente a la Asistencia vendiendo las moscas atrapadas durante el día, y las jugueterías sintieron el aumento de los pequeños ahorros infantiles.

Las autoridades sanitarias no creen sin embargo que su inversión de caudales haya sido mala, porque cada mosca matada al principio de la primavera significa unos cuantos de millones de moscas que no habrán de nacer los meses siguientes y un número consiguiente no serán diezmadas por las enfermedades transmitidas por tan nocivo insecto.

William C. deMille (1878 –1955) fue un guionista y director estadounidense de la era del cine mudo a principios
de los años 30. Fue también un notable dramaturgo antes de iniciarse en el cine.

La censura y el cine

El famoso productor cinematográfico norteamericano, William De Mille, se halla molestísimo ante la actividad moralizadora de los censores norteamericanos. Apagan la vida –se queja De Mille–- “Lo cierto es que los censores han mutilado y reformado de tal modo la película en cuestión que ha perdido todo significado”. De Mille no mencionó para nada que los productores cinematográficos que principian por no dar ellos el más mínimo significado de la película que producen.

Ahora tengo 45 años, dijo De Mille. “Durante un periodo de 25 años he estado estudiando tratando de aprender algo acerca de la naturaleza humana y acerca de los problemas que tenemos todos que encarar y que vencer. Me alejé del teatro y me dediqué al cinematógrafo porque comprendí que, de este modo, en vez de hablarle a los millares de personas, podía dirigirme a millones de espectadores. Pero vino el censor y ya no pude dirigirme a mi público. No se me permite que presente a mi público los problemas que se discuten en el seno de sus hogares y que interesan vitalmente a toda persona de pensamiento”.