Expresiones de la Aldea, San Luis

La música, un «lugar» de resistencia

‘Nosotras tan Bien’ comparte su travesía musical de siete años y el compromiso con la diversidad en San Luis

Tomás Nieto

Yeka Ramos, May Alba, Pauli Rodríguez, Nati Alarcón, conforman «Nosotras tan Bien», una banda de San Luis, que ya lleva siete años de trayectoria. Luego de un parate importante, volvieron al ruedo, evaluando pasado, presente y futuro desde una perspectiva de lucha.

May arranca la nota, casi sin necesitar ninguna pregunta, contándonos sobre los inicios, «nunca nos acordamos bien la fecha del comienzo, pero fue en diciembre de 2016; éramos cinco. Llegamos a sacar la primera disca en 2018, se llamó ‘Todo lo que hoy me mantenga viva’. Incorporamos a Nati, que es una gran baterista que viene de Buenos Aires, y grabamos la segunda disca que se llama ‘Nosotres’, en Casa de la Música. Todavía no la publicamos, porque, bueno, por eso se separó la banda. Somos compositoras de nuestras propias canciones; solamente tenemos un cover. Aunque al principio empezamos haciendo tributos a Gilda, hacíamos de todo hasta que logramos un repertorio totalmente propio. Hoy estamos en todas las redes».

No es una banda más

«Antes de conformarnos como banda, nos dimos cuenta de que todas hacíamos música en distintos proyectos, compartiendo también con varones. Nació algo de ¿por qué no nos juntamos a tocar? Convocamos a pibas, nos dimos cuenta de que más allá de ser músicas arriba del escenario, también había muchas técnicas mujeres. Está bueno aclarar que cuando decimos mujeres, no solamente nombramos a mujeres, sino también a muchas diversidades sexuales.

Cuesta encontrar porque no hay formación específica, no están las mismas posibilidades para capacitarse. Incluso si no hablábamos de cuánto ganábamos, si no lo poníamos realmente en palabras, no nos dábamos cuenta de que a bandas de varones les pagaban más, como pasa en cualquier trabajo con la brecha de género. Nace de una necesidad de juntarnos entre mujeres y de darnos a conocer.

Tampoco podemos negar que en ese momento fue como un impulso para un montón de otras músicas que después nos empezamos a agrupar. Hay una colectiva de mujeres y disidencias en la música de San Luis que también agrupa no solo a músicas arriba del escenario, sino también debajo y mucha gente que acompaña», fundamenta Yeka.

Se sabe que la producción de fechas no es un trabajo simple, que demanda tiempo, energía y dinero, reconoce y aclara Yeka: «La gente no está muy acostumbrada a apoyar económicamente a los proyectos locales. Hay que admitirlo, cuesta cobrar una entrada. Tuvimos en su momento un equipo de 10 personas, que incluía también la venta de nuestro ‘merch’, como remeras, gorras, llaveros, púas.

Actualmente somos nosotras cuatro, todavía no vemos la posibilidad de gestionar una fecha nuestra. Será para presentar la segunda disca».

«Siempre el primer lugar está guardado, digamos, para las amigas, hasta que dimos con la Nati. Pasaron muchas personas por la batería y la mayoría eran varones, a quienes agradecemos porque nos ayudaron a transitar ese momento. Pero cuando dimos con la Nati, no la soltamos nunca más. Primero porque es excelente y segundo porque forma parte de esa ideología de la banda también”, afirma.

“Representamos un mensaje. Siempre digo que nuestra música es para todas, todos y todes, pero primero que nada es para las mujeres porque no es lo mismo recibir un mensaje de una banda de varones, ya sea del amor, de la vida, o un mensaje cantado por mujeres para una mujer», define Yeka sobre el sentido de pertenencia del grupo.

«La gran producción de cultura, de arte, en su mayoría son varones. La verdad que un varón nunca te va a contar cómo puede ser la vida de una mujer, no en detrimento de ellos, como yo no puedo contar cómo es la vida de Messi. Creemos que está esa responsabilidad también de contar lo que nos pasa, que se van a sentir más identificadas de alguna manera. Sí está esa ideología latente, somos feministas, sobre todo, después peronistas, playeras, futboleras, pero ante todo feministas», describe May que cuando habla y se ríe, no hay manera de descubrir hasta donde llega la broma y hasta donde es en serio.

Un cambio de época

Pero May define cuál es el objetivo hoy: «Creo que el feminismo nos llamó a ponernos en ese lugar también con mucha más responsabilidad de qué estamos diciendo y qué estamos cantando y en el momento, porque ahora también el arte nos llama a ser vanguardia y ser resistencia, es así nomás. Cuando dicen, ¡no!, los músicos no se tienen que mezclar con la política, no, al contrario.

 Creo que los artistas tienen que tomar una postura, al menos en los momentos donde es realmente necesario. Fuimos partícipes activas, militantes por la aprobación de la ley de cupo, una ordenanza aprobada en el Concejo Deliberante, junto con la colectiva.

También militamos el aborto, desde la música, desde la calle, desde la protesta. Sentimos que vamos a tener que tener eterna vigilancia, sobre todo ahora, porque siempre las cosas fueron difíciles para las mujeres, pero es como que todo eso está conjugadísimo a un nivel de terror y de pánico, en las que hay que estar realmente alertas. La situación que se vive y el aire, que se respira es un gran recorte de derechos, un gran recorte de libertad, justamente en contradicción con lo que se dice».

«Cuando la gente canta nuestras canciones, me hacen llorar. ‘Todo lo que hoy me mantenga viva’, que está en la primera disca, sigue siendo muy representativa. Es un montón, es nuestra vida, es todos los días pensar en qué es lo que nos mantiene vivas, ese espíritu de la música como manera de sobrellevar y resultado de procesos muy íntimos y conectivos, de generar desde ahí y sentirse representada», nos cuenta Yeka sobre esa sensación que les devuelve el público: «Para mí no hay nada mejor que la música. Nada que me guste más, nada mejor que pueda hacer. Charly decía, a mí me fue bien, uno de los secretos es que no tenía plan B. Es jugado no tener plan B, pero tampoco es mi decisión, siento que es así y no lo puedo evitar. Siempre me superan las ganas y la satisfacción del momento musical arriba del escenario. La música es como muy espiritual, mágica, trae del subconsciente cosas, te permite usar la creatividad de una manera que, por lo menos yo, en otro ámbito, no lo encuentro. Todas, en realidad, vivimos económicamente de otros trabajos, entonces la música termina siendo como un refugio», definiendo Yeka el rol actual de la banda.

Natalia toma más participación afirmando que la banda genera y moviliza a otras mujeres en el detrás de escena, y que se da de manera natural. Es un grupo de contención: «Una chica que saca fotos y que tiene un espacio más donde sacar fotos, es laburo; maquilladoras, gente que nos ayudó con el vestuario, dando primeras experiencias a chicas de stage en un escenario, plomo o sonidista, donde siempre son varones, se genera más espacio».

Sobre la vuelta de la banda, May se confiesa: «Estuvimos casi un año separadas porque fue una decisión que tomamos, necesitábamos un poco de aire. Habíamos tocado mucho, en Río Cuarto, en Mendoza, en el interior de San Luis.

Nos dimos un respiro porque era lo mejor para la banda y ahora volvimos porque tuvimos una invitación desde un evento que involucraba muchas cosas lindas y dijimos, sí, estaría buenísimo volver. Igual, nunca nos dejamos de juntar, somos amigas, somos familia. Es tiempo de buscarnos y redefinirnos como, ¿para qué nos vamos a juntar? ¿Qué queremos hacer? Detrás hay gente ilusionada, que hagamos toques, o alguna movida. Nos fascina el escenario, nos va muy bien en vivo. Las cuatro sentimos que nosotras es un lugar muy seguro, donde formamos parte de un todo, no somos cuatro personas, somos una banda».

Yeka aporta a la conversación sus propias sensaciones: «Algo que antes no hacíamos es la zapada. Yo vengo más como de la academia, improvisar era algo que me daba pánico. La banda me enseñó a ser libre. Y hacer lo que surja en el momento. Me parece una instancia verdaderamente rica, creativa hay un montón de arreglos o pueden salir riffs, que se dan solamente en ese ambiente entre las cuatro».

May suma una anécdota: «Había pasado con una canción que yo la había grabado divina, pero lo llevé a la banda y fue que le pusimos coros, arreglos vocales, es decir, la canción explotó».

«Hoy en día sacan un corte como antes se decía a una canción para difundir, hoy toda la música es así, es un ejercicio de componer y grabar que tendríamos que hacer. Podría ser una posibilidad, pero tenemos poco tiempo. Hace dos años que grabamos el disco y todavía no lo sacamos. También es porque priorizamos compartir este proyecto con mujeres o con disidencias sexuales que no pueden vivir de esto, que también tienen otros trabajos, pero que existen como diseñadores gráficos que nos hacen el arte del disco.

Es como que hemos decidido este camino y la verdad es que es re complicado. Seguramente si se lo confiáramos en manos de varones que tienen quien les cuide los hijos, que pueden vivir de eso porque tienen más dinero para comprarse las herramientas, porque tienen los recursos, esto saldría mucho más rápido y tendríamos más posibilidades, pero es lo que hemos decidido», describe Yeka, haciendo mención a la realidad del arte en la provincia y el país.

May aclara que no es un reproche, sino una realidad y está bueno que nos demos cuenta todos: «La ley de cupo no se cumple, por lo tanto hay un montón de amigas que no están trabajando porque sinceramente no las convocan. Estamos inscriptas en SADAIC, en el Inamu, apóyennos en IG, si nos etiquetan, que si comparten, que si empiezan a seguir o se suscriben en nuestro Spotify, todo ayuda y nos hace llegar más lejos».