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Sin convicciones

Por una virtud natural para proteger sus huevos y sus crías, los teros tienen una gran habilidad de despistar. Se caracterizan porque “pegan el grito en un lado, pero ponen, o esconden, sus huevos en otro”. Así sobreviven y se reproducen.
Otros dicen que el grito de los teros adelanta el cambio de tiempo, la llegada del viento que, dicho sea de paso, en los últimos tiempos sopló con mucha intensidad en San Luis.
Y, como el tero, hay muchos políticos que han asimilado sus “estrategias”. Lo hacen para disimular sus movimientos camaleónicos, para ocultar la falta de convicciones y para tapar la debilidad que tienen de ceder a las tentacione$.
La falsedad de convicciones se traduce en la llamativa y a veces reprochable conducta de dirigentes con mucha “vidriera”, que aparecen sin un norte, sin un rumbo fijo, que van de un lado a otro como divagando, acomodándose como pueden a las diferentes circunstancias y escenarios.