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Uno de los más grandes actores de Hollywood

Editorial

Anthony Quinn nació en Chihuahua, México, en 1915, Falleció en Boston, Estados Unidos, en 2001. Fue un tremendo actor de cine. La necesidad lo llevó a aprender todo tipo de oficios, que desempeñó a lo largo de varios años (vendedor de periódicos, camarero, camionero, boxeador). El teatro le interesó desde joven: asistió a la escuela de Katherine Hamil y con veintiún años debutó en el Hollytown Theatre de Los Ángeles. No obstante, circunstancias diversas le obligaron a mirar hacia el cine, medio en el que comenzó a aparecer en labores de “extra” en películas como La vía láctea, de Leo McCarey y Los buitres del presidio, de Louis Friedlander, ambas de 1936. Sus condiciones y rasgos físicos le condicionaron para interpretar papeles muy característicos (bucanero, sex-symbol, gángster o soldado y, con el tiempo, representante de todo tipo de pueblos: indio, mestizo, esquimal, árabe y ruso) que le permitieron, no obstante, alcanzar la seguridad que todo actor necesita.
En los años cuarenta se trasladó a la Warner, estudio que le proporcionó papeles más interesantes, y comenzó a labrarse una relación con actores y actrices de renombre. Ciudad de conquista (1940), de Anatole Litvak, Sangre y arena (1940), de Rouben Mamoulian y Murieron con las botas puestas (1941). Paseó por otros estudios como Paramount, 20th Century-Fox y RKO, en todo tipo de comedias, aventuras, musicales, westerns. Al tiempo que obtuvo la nacionalidad estadounidense en 1947, regresó al teatro para interpretar en Broadway Un tranvía llamado Deseo, en el papel de Stanley Kowalski, en sustitución de Marlon Brando. Le ofrecieron papeles como el de Eufemio Zapata, hermano del líder campesino que interpretó Marlon Brando en ¡Viva Zapata! (1952), por el que recibió su primer Oscar de la Academia. De su incursión en Italia surgió otro sonado éxito por el complejo papel de Zampanó en La strada (1954), de Federico Fellini. De nuevo en Hollywood, su papel de Paul Gauguin, el amigo de Vincent Van Gogh en la película El loco del pelo rojo (1956), su segundo Oscar al Mejor Actor Secundario. Estuvo siempre entre los repartos más interesantes de los años sesenta y alcanzó una excelente notoriedad por sus intervenciones en Los cañones del Navarone (1961), de J. Lee Thompson, Barrabás (1961), de Richard Fleischer, Lawrence de Arabia (1962) y, especialmente, Zorba el griego (1964), de Michael Cacoyannis, con la que obtuvo una nueva nominación al Oscar. Protagonizó éxitos como Las sandalias del pescador (1968), de Michael Anderson, La herencia Ferramonti (1975), de Mauro Bolognini, Los hijos de Sánchez (1978), El león del desierto (1979), Valentina (1982), Fiebre salvaje (1991).

“Autorretrato”, serigrafía. Anthony Quinn estudió arquitectura con Frank Lloyd Wright antes de convertirse en actor, y más adelante en su carrera dedicó más tiempo al arte que a la actuación. Sus pinturas y esculturas son a menudo retratos abstractos.