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Luis Salinas: “El músico está para sentir y hacer sentir”

Por Polaco Altavilla

Luis Salinas visitó la provincia para celebrar el Día Internacional del Jazz en espacios culturales simbólicos. “Ir a San Luis es un placer grande. Es un aprendizaje siempre. Cuando uno va a lugares así, se trae algo para casa porque no es solamente ir a trabajar”, comentó previo a la Gira Latin Jazz, que compartió con su hijo Juan en bajo y voz, Javier el “Negro” Lozano en teclados y César “Banana” Durañona en batería. “Cada vez que fui a tocar a esa zona, que tiene tanto que ver con la guitarra, es un aprendizaje y es recordar momentos muy lindos”.
La gira comenzó el 27 de abril en el Boliche Don Miranda. “Entrar en este lugar es conocer la historia de la música local y nacional”, dijo Luis, quien cuenta con dos fotos sobre el muro de los recuerdos, en cuadros de artistas que tocaron ahí.
En el bar de la calle con una vereda sola, un centenar de villamercedinos disfrutó standars de latin jazz, folclore y pop nacional, en su mayoría interpretadas de manera instrumental. Una zapada calentó motores y la conexión fue tal que pasaron a un candombe para darle ritmo al restó folk, con reversiones “salinistas” apoyadas con palmas populares, entre ellas Zamba Azul y Regreso a Cantar Tonadas. Ante el acompañamiento general, Luis elogió la participación del público y dijo: “Siento que todos somos músicos y entendemos la música”.
“La excusa es latin jazz pero van a sonar varios géneros”, anticipó el intérprete, que fue del folclore, celebrando ese mítico espacio, hasta blues y funk.
“Vas a conocer un lugar emblemático”, contó una infidencia Luis hacia el baterista uruguayo. “Este es un espacio donde sabés cuándo empezás pero podés seguir hasta las 5 de la mañana”, dijo ante risas cómplices en la audiencia. Parte de ese chiste (¿o no?) continuó en el intercambio de instrumentos entre padre e hijo, cuando Juan homenajeó al Flaco Spinetta con Barro Tal Vez, y en Y Aparece Tu Piel, un tema de Salinas con letra de Spinetta.
Como anticipó el talentoso guitarrista, en la función invitó a la cantante Zandra Risatti en los boleros Cuenta Conmigo y Un Poco Más.
Al finalizar, el cuarteto -en una mesa- disfrutó del trío de Mario Loyola (en piano y bombo legüero) con los guitarristas Nico Roldán y Leo Ojeda, en Pa’l Boliche (de autoría propia), Si Llega a Ser Tucumana (con generosas invitaciones de copas con vino al grupo), El Chulengo y Calle Angosta. En La Zamba de la Abuela un par de bailarines tiraron pasos.
En el viaje a Merlo, los Salinas evaluaron la velada. “¡Qué bien tocó Banana!”, elogió Juan a su colega, y Luis reforzó: “Es que le gustan los desafíos”; y del tecladista, Luis sintetizó: “Uff, lo que toca el Negro”, y esas pocas palabras son un universo de elogios en boca de Salinas. “El Negro me conoce tanto, que sabe cuándo me voy a equivocar”, exageró el artista.
“Veo esa imagen y me da paz”, resaltó Luis, almorzando cabrito en el restó Entre Negros, con vermut Al Voleo, observando las sierras de Comechingones. “Yo no me imagino escalándolo”, bromeó el Negro.
Esa tarde, la poesía se convirtió en música en la Casa del Poeta, que recibió a locales y turistas. “Todo el tiempo vas a tocar para diferentes públicos: el que te vio varias veces y quiere saber si te aggiornaste, si cambiaste o volvés a hacer lo mismo, y también, que es muy importante, podés tener muchos años de trayectoria pero siempre hay alguien que te va a ver por primera vez”.
Hubo clásicos del folclore, blues y latin jazz, y en el set de Juan sonaron “Fragilidad” (de Sting, en castellano) y Mi Persona Favorita (Alejandro Sanz).


Las luces de los reflectores destellaban en los plateados anillos de Juan, punteando como un campeón sobre el mástil de la Fender. El heredero, que viene de la escuela de su padre porque ninguno usa púas, solo la yema de sus dedos, acompañó a Luis en varias incursiones sanluiseñas y ansía debutar en la ciudad con su trío rockero.
En ninguno de los tres shows este cronista obtuvo sus ansiadas púas o lista de temas y ahí radica la magia del cuarteto: miradas, tarareos, gestos, scats, un acorde, un golpe de baquetas o un punteo hacia la improvisación, incluso con sonrisas cómplices en pifies (¿alguien notaría que fallaron una nota?)
Luis le dedicó Naranjo en Flor a Marta, una seguidora de 81 años que apenas supo del show sacó su entrada y asistió con su hija y una amiga. Mientras la banda probaba sonido, encabezó la fila y, al salir Luis, charlaron y logró apretón de manos, beso y foto. “Es mi primera salida oficial”, dijo la flamante vecina merlina, que hace dos años se radicó allí por una cuestión de salud y postergaba paseos. “Si se enteran mis nietos se matan de risa”, confío Marta con una sonrisa pícara, y confesó estar tan nerviosa que apeló a una pastilla para relajarse. Cuando Luis la saludó en vivo (mientras su hija la abrazó y con la otra mano lo registró en su celular) sus pulsaciones tardaron en controlarse al recibir semejante regalo.

Tras saludar a sus fans en el hall de la casa del poeta Agüero, con elogios, fotos y besos, la comitiva cenó hamburguesas con papas fritas y helado de chocolate granizado en Lennon bar, mientras en pantalla gigante emitían Joker, con Joaquin Phoenix. Un cierre con más actitud rock no se consigue.
El lunes, el cuarteto registró canciones en La Casa de la Música (donde se alojaron) y por la tarde Luis sació dudas con consejos, anécdotas y yeites de la guitarra en una charla en el Estudio A de la embajada musical provincial.
Con 20 discos y 5 DVD editados, 6 premios Gardel, y un premio Konex, Salinas es elogiado por la prensa y presentó sus conciertos en más de 20 países, con actuaciones que son éxito de público, pero Luis mantiene su humildad. “No puedo dar una masterclass si no sé leer una partitura. Les digo ‘charlas’ porque se genera algo más cercano con la persona que quiere conocer sobre la guitarra. No me pregunten por acordes, les puedo enseñar cómo sacar un sonido porque así es como aprendí”.
Organizado por JF Producciones, el martes 30 de abril, para celebrar el Día Internacional del Jazz, más de 10 bandas se dieron cita en el escenario principal del Cine Teatro San Luis, por el que desfilaron, ordenados y respetuosos del horario, Maciaz Scheime; SwinCo; Oroná Tello Yllanes Leyac; MichiGang; Cuarto Creciente; San Luis Jazz; Son de Cuyo; Maher Remedi Herrera; Los Maestros del Jazz y Vamo’Viendo Swing.
Estos grupos contaron con invitados en sus formaciones originales y además continuaron sonando en el escenario alternativo al lado del buffet del centro cultural, erigido para seguir la fiebre jazzera, entre degustaciones de bebidas de la Bodega Corral de Palos y Cervecería Kerze (birras y gin artesanales, gaseosas, café y vinos) con una exquisita carta de comidas.
“¿Sabés cuál es la diferencia entre tocar en el Carnegie Hall y Argentina?”, preguntó en el camarín, aludiendo a la sala de conciertos en Manhattan, New York, antes de salir a escena: “En el Carnegie te dicen ‘que tengan una buena función…’, acá decimos ¡que Dios nos ayude!”, sintetizó el artista, con gracia.
Esa noche, con mayoría de canciones instrumentales, sonaron melodías de El Día Que Me Quieras, Reencuentro y Regreso a la Tonada.
“El músico está para sentir y hacer sentir, si lo lográs, te vas a dormir tranquilo”, dijo con autoridad Salinas, quien sonrió con confianza y, guitarra en mano, encaró hacia el escenario.