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Domingo Arce, “la memoria” de Quines

Colaboración especial: Tono Escuálido

Es jueves, recién está anocheciendo y él entra al café. Nos saludamos. Su caminar es ágil, su vestimenta es sport, el saludo con el apretón de mano en Quines es sinónimo de franqueza y respeto: se trata de Domingo Arce que este 22 de agosto cumple 84 años, nacido y criado en Quines (robándole el slogan al tomense “Pipi” Ali).
Domingo tiene una memoria privilegiada y una salud a prueba de balas.
La charla comienza con una pregunta simple. ¿Cómo era Quines, su centro en la década del 50? Domingo carraspea, acomoda su garganta y se lo nota contento. Tras un breve silencio vuelve al pasado. “A finales de los años 40 ya era un pueblo con una cuadrícula perfecta. Las calles que forman el centro son hacia al este, calle San Martín, al norte 25 de Mayo, al sur Sarmiento. En calle 25 de Mayo de oeste a este estaba el local comercial “La Casa Blanchet” de José Blanchet, un comercio para esa época era como entrar a los shoppings actuales”. Luego enumera otros emprendimientos de la época: “Barracas con los cueros (de vaca, vizcacha, zorros), sol de noche, hachas, bombachas, alpargatas, camisas, comestibles, una sección de tela (atendía Marino Godoy) y también un surtidor de combustible de la petrolera Esso”. ¡Qué tal!, para mi sorpresa.

Y continuó: “Le seguía la carnicería de Beto Floriani y un poco más allá estaba la casa de Rafael Montivero quien fue intendente comisionado (hizo las columnas de la luz de la plaza Lafinur). Luego finalizaba esa cuadra con construcciones de adobe. También estaba la peluquería de doña Alejandrina, donde se hacían permanentes y tenían secadores de pelo de pie. En calle San Martín, de sur a norte, estaba el Registro Civil, cerca la carpintería de Teodoro Llanos (todo esto en propiedad de la Niña Franco, que después donaría para la construcción del Colegio San José). Para concluir la cuadra se encontraba la Biblioteca Popular. Era presidente José María Arce y estaban en esa comisión entre otras señoras Goya Gatica de Aguirre, Inés de Amaya y Adelina de Ortiz Suárez. En calle Sarmiento, de este a oeste, primero se ubicaba el Correo, la casa del jefe de correo, la Iglesia San José y la confitería Astral. A esta confitería llegaron grandes artistas de renombre nacional como Antonio Tormo, Félix Pérez Cardozo y Margarita Palacios, entre otros. En calle Pringles, de sur a norte, arrancaba la casa de Adrián Lucero, ocupaba un cuarto de manzana, después un portón señalaba el taller mecánico de Wilson Mendoza, el local de Pricilo Andino (que vendía bebidas al copeo, cerveza, vino, no tenía heladera pero sí un aljibe donde se sumergían las bebidas por algunos minutos). La particularidad de este local era también la venta de empanadas fritas preparadas por Claudia Godoy. También estaba la carnicería de Domingo Gatica, casa familiar de Germán Mendoza y concluía con la propiedad de Pancho Rodríguez”.
Domingo, que es considerado como uno de los personajes del querido Quines, tiene bien presente que la plaza Lafinur tenía marcadas las diagonales y a su costado había ligustros, que marcaban la zona verde. Los árboles predominantes eran eucaliptos que le daban una hermosa sombra sobre la zona de los bancos de madera y de cemento. Como la plaza era el punto de encuentro por excelencia, el vecino recuerda que frente a la iglesia se construyó una tribuna especialmente para la formulación de discursos políticos. La charla va finalizando mientras el entrevistado nos hace observar la actual plaza Lafinur y, como si hiciéramos un viaje en el tiempo 70 años atrás, nos muestra una fotografía que está en el café donde están sentado Domingo, Puntero y otro vecino, Manuel Morán. Con Domingo Arce, vivimos en un momento la historia de Quines.