Destacado, Especiales, La Aldea Antigua, La Aldea y el Mundo, San Luis

El asesinato de Ivanowski (tercera entrega)

Por Walther Alberto Medaglia

Ivanowski después de la ceremonia religiosa, padeciendo todavía las secuelas de las libaciones alcohólicas y en la presencia de un fuerte dolor de cabeza, decide retirarse a su habitación y acostarse. Arredondo se dirige al telégrafo y fingiendo ser Ivanowski entabla con el presidente el siguiente diálogo: “…y si se subleva y lo puedo tomar preso (ironizó Arredondo)… fusílelo sobre un tambor sin más trámites, por traidor”, sentenció Sarmiento con su habitual desparpajo. Arredondo encolerizado y perdiendo los estribos refutó “Vayase al diablo, viejo loco” concluyendo la comunicación.
La emboscada propiamente dicha, Fotheringhan la relata así:
“Fracasada la tentativa de atraerlo a una emboscada, había que proceder. El General Arredondo ordenó al jefe del 4 que hiciera tomar preso vivo o muerto a Ivanowski.
Llamó éste a un moreno grandote que se llamaba Frías.
El porta Frías, le decían. Había sido alférez del 4. Ivanowski le hizo echar del ejército por indigno. Ahora le han dado de alta los magnates de la rebelión. Odiaba a muerte a Ivanowski. La elección era siniestra. Se dio la orden fatal. Con diez o doce soldados del 4 se fue sigilosamente, dirigiéndose al aposento del General Ivanowski.
Este dormía.
Empujó la puerta, el porta, y entró revólver en mano.
le dijo.
dijo Ivanowski y echó mano bajo la almohada, sacando su revólver.
Le hizo un tiro (o dos, no sé) Frías.
Tambaleó el heroico.
Huyó el cobarde tras él, el General enfurecido. Frías cerró la puerta que tenía bien clausurada por el lado de afuera; Ivanowski forcejeando para abrir del lado de adentro.
¡Linda oportunidad para asesinarlo sin peligro!
A la orden de Frías, los soldados hicieron descarga cerrada a través de la puerta y cayó muerto, el soldado de cien combates.
Sus últimas palabras:
He visto la puerta después: tenía diez balazos” (Libro del Cent. 1957)
Siguiendo al militar escritor Fotheringhan, seguramente la fuente en que se respaldó Gez para afirmar que Ivanowski era alemán y no polaco, confirma que su verdadero nombre era Karl Reichert, y cuenta la toma del nombre de la siguiente manera: “Un soldado de la 3º compañía, Teófilo Ivanowski había desertado. El capitán de la compañía insinuó a su jefe que para no hacer figurar un desertor, que siempre es bochornoso para un cuerpo, podría darse de alta a este soldado nuevo, con el nombre del huido: al mismo tiempo recibiría los sueldos atrasados y devengados del otro, una pequeña compensación por un cambio de nombre, que probablemente nada le importaba” (Libro del Cent. 1957).

Regimiento 4 de Caballería, foto de finales del siglo XIX.


Mario Ayala escribe un artículo sobre la identidad de Ivanowski, lo publica el diario El Tribuno de Villa Mercedes, el 5 de enero de 1940, cuenta que el oficial Fernando Schneider llamaba a embarcarse a Teófilo Ivanowski en el puerto de Montevideo, el buque estaba a punto de zarpar para Buenos Aires llevando 35 alemanes, insistió Schneider en gritar el nombre de Ivanowski y nadie se presentaba: “Un hombre joven alto, de rudo aspecto teutón, míseramente vestido con una saco raído sobre la camiseta, en alpargatas y sin medias, cubierto de pelo rubio con una boina vasca, se acercó a pedir enganche. Declaró llamarse Enrique Reich, ser oriundo de Bosen, peón de albañil y carecer de otras ropas que las visibles” (Ayala 1940) A continuación, consulta al austriaco encargado de la leva, conocido como el Marqués de Castiglione, que había recibido precisas órdenes del gobernador de Buenos Aires, quien necesitaba reclutar gente para enfrentar a Urquiza. Sin vacilar admitieron al recién llegado con el pasaporte del ausente, así Reich se transformaba en Ivanowski. Versión de Ayala sin otra referencia documental que al final del artículo la leyenda: “De El Hogar”.
Estanislao Pyzik, presidente honorario de la Unión de los Polacos en la República Argentina, es autor de una publicación de la asociación, titulada “General Teófilo Ivanowski” en al año del centenario de su muerte, dice lo siguiente: “La ciudad de Poznan, lugar de nacimiento de Ivanowski, perteneció por entonces a Prusia, a causa del desmembramiento inicuo de Polonia por las tres potencias autócratas que la rodeaban. Si bien Ivanowski como súbdito prusiano era obligado a cumplir con el servicio militar obligatorio en el ejército prusiano, es de subrayar que por sus venas corría sangre polaca, lo que induce a desertar del ejército y unirse a las fuerzas revolucionarias…” (Pyzik 1974), el plan fracasa y son condenados por la justicia. Pyzik asevera que Ivanowski se llamaba Carlos Reich: “…en calidad de desertor, toma el nombre y apellido de su señora madre y bajo este escapa hasta Hamburgo donde se enrola a las filas del ejército brasileño.” (Pyzik 1974), luego reflexiona sobre la controversial nacionalidad: “Si razonamos de esta manera entonces no podemos extrañarnos si algún día se nos dice de que el famoso astrónomo polaco Nicolás Copérnico es alemán, por haber nacido en la ciudad polaca de Toruñ, la que como Poznan, durante muchos años de desmembración de Polonia, formaban parte de Prusia. Con el mismo criterio los famosos pianistas Federico Chopin e Ignacio Pederewski, los mundialmente conocidos escritores Enrique Sienkiewicz y Ladislao Reymont, laureados con el Premio Nóbel de Literatura, la eminente descubridora María Sklodowska Curie serían rusos, por haber nacido en la parte de Polonia arrebatada por Rusia.” (Pyzik 1974), postura del autor que fue asumida por toda la institución y por demás firme.
El artículo de El Tribuno, publicado el 8 de julio de 1924, trata sobre los recuerdos de don Hilario Funes, habitante del poblado que por 1874 tenía diez años, cuenta que el Teniente Frías después de la derrota de Santa Rosa que acaba con la aventura revolucionaria, viéndose sin posibilidades de eludir las graves consecuencias del asesinato, fugase a las sierras y es detenido por una partida cerca de Saladillo, opuso una tenaz resistencia resultando herido en la refriega. Trasladado al Cuatro de Caballería donde es recluido, falleció misteriosamente ocho días más tarde, el Sargento Pandorga muere en el combate de Santa Rosa. Suele acompañar a los crímenes planeados la desaparición de aquellos protagonistas que su potencial confesión en un tribunal puede resultar peligrosa. Funes nombra a Pandorga como un integrante del grupo guiado por Frías, y a éste lo llama Crisóstomo y no Crisólogo, como lo nombran todos, aunque este detalle no le quita valor a su importante aporte. Carlos Quiroga Cabrera en “Sucesos de Antaño” menciona como integrantes de la partida homicida a los sargentos Arenas y Noriega, también al soldado José Molina. (Quiroga Cabrera 1982)
Siguiendo el testimonio de Funes, textualmente detalla:
“…llegó hasta la habitación del general, una de cuyas hojas estaba entreabierta, desde la cual le hicieron una descarga con los Rémingtons. Al senti los estampidos, Ivanowski corrió a cerrar la puerta, lo que le impidió Frías. En tal circunstancias el general recibió las descargas de los soldados, que hacían fuego desde afuera, a través de la hoja de la puerta, hasta que no pudiendo resistir más, dando unos pasos hacia donde tenía su espada, cayó en medio de la habitación. Al cerciorarse Frías que estaba muerto, ordenó a sus soldados suspender el fuego regresando al cuartel con sus hombres y dando cuenta al general Arredondo de haber cumplido su orden”. En otro párrafo relata: “Al día siguiente fui a la casa del panteonero Matildo Sosa, preguntándole se habían enterrado al General Ivanowski. Me llevó al cementerio y me dijo: “Aquí está, lo trajeron anoche unos milicos en un carro”. Y, efectivamente en la misma sepultura que me indicó el panteonero, colocaron más tarde la lápida de mármol blanco, costeada por la Nación, y que perpetúa la memoria y la gratitud de las generaciones, a los méritos del ilustre General Ivanowski, la que se encuentra a la izquierda de la entrada del cementerio local” (Mellano 1974).

(continúa la próxima semana)

Joaquín Montaña, Rufino Barreiro, Benjamín Sastre y José Miguel Arredondo, foto de 1874.