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Adoctrinando la educación

Por Paulina Calderón
Exministra de Educación de San Luis

En tiempos de Milei se instaló la idea de que las y los docentes adoctrinan a sus estudiantes, el mismo presidente denunció el “adoctrinamiento” y “lavado de cerebro”. Hasta se deslizó, en tono de amenaza, que crearía, según el vocero del presidente, un “canal” para que padres y alumnos puedan denunciar “la actividad política que no respete la libertad de expresión” o cuando “no sientan que se esté respetando su derecho a educarse”. “Nos entristece ver contenidos en aulas y en actos teñidos de militancia ideológica”, afirmó Adorni en una de sus tantas conferencias de prensa diarias en Buenos Aires.
El escritor y docente Martín Kohan dijo que para que haya efectivamente adoctrinamiento, debe haber dos partes, que son, cuanto menos, artificiosas: el maestro autoritario que impone su visión de la realidad a la que refiere y; por otro lado, los estudiantes tipo tabula rasa, con una mente vacía que se rellena con ideología, sin posibilidad de procesar, negar o discutir la información que se les brinda. Las y los pedagogas/os han insistido que lo peligroso es que al atacar una ideología política se lo hace imponiendo la propia; “no existe estar despolitizado y/o desideologizado”, para ello, basta leer a Gramsci, González, Tiramonti entre otros.
Ya en la antigua Grecia, Sócrates fue condenado a muerte, acusado de corromper a los jóvenes; muerte que el maestro aceptó aunque sabía injusta, él sostenía que “es preferible padecer una injusticia que cometerla”, incluso si el precio era su propia vida. Porque, precisamente, pensar implica poner en tensión saberes que se creen verdaderos, la parcialidad exige construir posturas que sirven para que el interlocutor piense -con las mismas herramientas- cómo puede rebatirlas, acomodarlas, asentirlas o negarlas.
Cuando se habla del currículum se refiere a los contenidos prescriptos en los documentos oficiales, los que tenemos obligación de enseñar, son la norma, es decir, el diseño curricular. Existen para su elaboración, lineamientos curriculares que se establecen desde el Ministerio de educación de la nación (en la actualidad, la Secretaría de educación), a través del Consejo Federal de Educación (que conforman las y los ministras/os de todo el país) con los que las provincias elaboran sus Diseños Curriculares Jurisdiccionales que luego Nación aprueba otorgando la validez nacional. Todos los diseños curriculares jurisdiccionales, en sintonía con la Ley Nacional N° 26.206, postulan como objetivo la formación en una ciudadanía democrática, para ello, entre otros saberes, se debe enseñar la gesta de la independencia, cantamos himnos y rendimos homenajes sistemáticamente a los padres de la patria, ¿acaso esto debería considerarse adoctrinamiento?, de hecho se trataría de uno tan efectivo que no alcanzamos a percibirlo.
Se define adoctrinamiento como “un proceso en el cual se intenta inculcar a una persona un conjunto de creencias, ideas o valores de forma sistemática y persuasiva, con el objetivo de influir en su pensamiento y comportamiento de acuerdo a una determinada ideología, religión, doctrina política entre otros”.
Este proceso puede darse en diversos ámbitos como la educación, la familia, los medios de comunicación, entre otros y, en este sentido, si nuestra meta es formar una ciudadanía democrática, claramente debemos enseñar sobre respeto y pluralidad de valores, del mismo modo que es necesario enseñar a construir consensos, acuerdos, debemos fomentar una escucha activa de todas las voces por igual, ¿Es necesario aclarar que todo esto implica reconocer a nuestros estudiantes como interlocutores válidos?
Podríamos comparar la educación con una moneda, una muy valiosa, principalmente por el capital simbólico que representa, y, como toda moneda, tiene dos caras: puede ser emancipadora o puede ser dominadora, esto dependerá de qué lado se mire.

Imagen arriba: Licurgo fue un legislador de Esparta. Estableció la reforma de la sociedad espartana de acuerdo con el Oráculo de Delfos. Gran parte de la constitución de Esparta se atribuye a Licurgo.

Docentes, agentes sociales
Licurgo, el legislador de Esparta, habiendo criado, se dice, a dos perros hermanos, alimentados por igual, aunque uno en la cocina y otro en el campo, quiso mostrar al pueblo Lacedemonio la importancia de la educación, colocó a los dos perros en el mercado y entre ellos dos liebres, uno corrió a la liebre hasta devorarla, el otro, se puso a jugar con la otra liebre; “sin embargo, son hermanos” dijo, la diferencia entre ellos, reside, simplemente, en la educación.
Si buscamos Doctrina, la RAE dice en su primera acepción: “Enseñanza que se da para instrucción de alguien” y como sinónimos menciona: saber, sabiduría, enseñanza, erudición y ciencia. La segunda acepción es “Norma científica, paradigma”. Asimismo, el diccionario etimológico dice: “Doctrina, del latín doctrina que deriva del verbo “docere” que significa ENSEÑAR, por lo tanto, la palabra “doctrina” está relacionada con el acto de enseñar y transmitir conocimientos, saberes.
En este sentido, quizás y solo para abrir el debate y seguir pensando, el adoctrinamiento como la educación, puede ser utilizado con distintas intenciones, desde la formación de una identidad colectiva -y, para ello, los símbolos patrios, los himnos, la historia de sus héroes y heroínas-hasta el control de la población.
Platón ya decía: “Tu mala creencia no tiene otro origen que la facilidad con que todo esto se verifica, y como ves que todo el mundo enseña la virtud como puede, te place el decir que no hay un solo maestro que la enseñe. Esto es como si buscaras en la Hélade un maestro que enseñase la lengua griega; no le encontrarías; ¿por qué? Porque todo el mundo la enseña”. Es decir, si nadie adoctrina, es porque todos lo hacemos.
Para abrir aún más el debate y al mismo tiempo situarlo en la realidad de las prácticas educativas, debemos decir que las y los docentes no enseñamos lo que queremos, muy por el contrario, somos agentes sociales que vinculamos al Estado y la ciudadanía, garantizando que esta última reciba la formación que su nación, soberana y democrática, ha establecido como necesaria y fundamental. Acusar a los docentes de adoctrinar es acusarlos de educar, de hacer su trabajo, de cumplir su función social emancipadora. Si la educación en nuestra nación ya no persigue esos objetivos, entonces nos merecemos un debate mucho más profundo.

Platón fue un filósofo griego seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles. Fundó la Academia de Atenas, institución que continuaría a lo largo de más de novecientos años y a la que Aristóteles acudiría desde Estagira a estudiar Filosofía, compartiendo unos veinte años de amistad y trabajo con su maestro.