Por Ana Claudia Machado

El aire lleno de hartazgo,
de autocompasión.
La puerta abierta del ropero
y las persianas cerradas al sol.
Monedas y billetes
sin valor, sin honor.
Un compás de desesperación
baila sobre objetos-ancla.
El cansancio
en un depósito de huesos fríos,
de cabezas perdidas.
Tres vasos
se suicidan desde la cómoda,
vestigios del no-puedo-más.
Una cáscara en el piso
tiembla de fe.
Pero la muerte avara
llega a cuentagotas.
Extraño la poesía.
Su hacha que me golpee.
Su filo alas de mariposa.
Su sueño fértil entre mandarinas,
donde soy juez y juicio,
soy pez,
soy ángel.
Y caigo
sobre montañas con orillas
cortadas a cuchillo
y vuelco
un líquido en las plantas
para que crezcan.
Hay una especie de despertar
vecino de la grulla.
El sol, cauteriza las heridas
blandas
y caen las costras de lo que fue.
Oscuridad bendita,
¿serás la que guarda
la génesis de lo que soy?
Pido por un huracán
que entre
y que todo caiga donde caiga.
A ver si es vuelo
o raíz.
Extraño la poesía.
Y no pensar,
no pensar,
no pensar.
 

(*) Soy Ana Claudia Machado, escritora. Puntana por adopción, rosarina de nacimiento. Vivo en San Luis desde 1989, donde crie a mis hijos y aún vive mi madre. Soy facilitadora de talleres para el autoconocimiento y la respiración consciente. Por muchos años fui administrativa en Comercio Exterior. A principios del 2019 publiqué mi primer libro de poesía ¨Infinito pixelado¨. A  finales del mismo año, participé de dos Antologías, la Antología de cuentos de ciencia ficción y fantasía, ¨CoLiPuCiFa ¨  y  ¨No tan Silenciosos¨ con textos de asistentes al Taller Literario Silenciosos Incurables del Centro Cultural La Vía. También formé parte de los recitales ¨Poesías Pendientes¨, ¨ La urdimbre y la trama¨ y ¨No tan Silenciosos¨. Escribo desde que tengo uso de razón, para encontrar otro cauce a lo poderoso adentro.