Por Alejandra Etcheverry

La escuela se tiñe de manso alboroto
Cuando el mediodía rompe su mirada,
bullicio de manos trepan hacia el otro
escalón del mundo, tras de la calzada.
 
Más tarde el silencio colorea el aire,
perfumando todo con un blanco tiza,
el patio descansa de un secreto baile
escrito con voces y con zapatillas.
 
El pupitre guarda la historia pasada
de héroes y números en algún cuaderno,
lápices estoicos con puntas gastadas
fechas y figuras en libros de cuentos.
 
Verdes pizarrones descansan su sueño,
la tarde le roba silencio a las aulas,
un libro gastado que extraña a su dueño
y guarda tesoros dentro de su jaula.
 
Será en la mañana, al volver el día,
cuando cada objeto recobre sentido,
entonces la escuela volverá a la vida
como las palomas que vuelven al nido.