La Aldea y el Mundo, Notas Centrales

LAS PALABRAS IMPORTAN

Kamala Harris será la primera vicepresidenta mujer de los Estados Unidos. Su ascendencia la convierte en representante de las minorías en un gobierno que ya empieza a cambiar la tónica de Trump

Agustina Bordigoni

Si hay algo que parece haber cambiado de manera inmediata tras la elección presidencial en los Estados Unidos es la tónica del discurso.

Aún mientras se libra una batalla legal y de posturas (más de 70 millones de personas siguen apoyando al actual mandatario, Donald Trump, poco dispuesto a aceptar los resultados), las primeras palabras de Joe Biden, el presidente electo, intentaron poner paños fríos en este sentido. Prometo ser un presidente que no busque dividir sino unificar. Que no vea Estados rojos o azules, que vea a los Estados Unidos. Es el momento de sanar, decía en su primer discurso luego de una batalla muy reñida tanto antes como después de la elección.

Otra parte de su alocución estuvo dedicada a las mujeres y a las minorías: Soy el esposo de Jill «, dijo en agradecimiento a su familia, y luego afirmó que su coalición de gobierno será la más diversa en la historia del país.

Representante de esas minorías es Kamala Harris, vicepresidenta electa y la primera mujer en ocupar un cargo tan importante en los Estados Unidos. Y, más allá de sus méritos, cumplirá sin dudas un rol importantísimo a la hora de representar a sectores de la sociedad que durante años se sintieron olvidados, que durante décadas carecieron de una representación tan importante.

Poder reflejar realmente sus intereses y más allá de ser la primera mujer negra y descendiente de inmigrantes que llega a esas esferas del poder, será una gran responsabilidad en un país que aún no sana las heridas.

De firmes convicciones

“Sabemos qué dirán los escépticos. Es lo que dicen siempre. Dirán que aún no es mi tiempo, dirán que espere mi turno. Dirán que no tengo posibilidad. Dirán que es imposible. Pero la historia de América siempre la han escrito aquellos que han visto las posibilidades independientemente del pasado”, dijo Kamala Harris cuando presentó su candidatura a presidenta por los demócratas en 2019.

Si bien su postulación no fue posible porque Biden se impuso entre quienes lo consideraron la mejor opción para ganar las elecciones, Kamala llegó hasta donde llegó por esa misma idea central y fuertes convicciones que la acompañaron a lo largo de su vida.

En agosto de este año fue confirmada como candidata a la vicepresidencia y de allí en más comenzó una carrera que terminaría con el segundo puesto más importante del país. Esa misma convicción de estar destinada a cumplir un gran rol  tal vez fue la que la llevó, siendo una niña, a enviarle sus reclamos al entonces presidente Richard Nixon, a quien le dedicó algunas cartas solicitándole el fin de la guerra de Vietnam.

Aún con la mirada de los escépticos, Kamala, hija de inmigrantes (su madre era hindú y su padre jamaiquino), logró convertirse en la primera mujer Fiscal del distrito de San Francisco y también en la primera en ocupar el cargo de Fiscal General de California. “Todavía recuerdo la primera vez que entré en el Tribunal Superior del condado de Alameda en Oakland, California, como empleada. Fue en 1988 durante el último verano de la Facultad de Derecho. A mí, junto con otras nueve personas, nos ofrecieron una pasantía de verano en la oficina del fiscal del distrito.

Tenía la sensación de que quería ser fiscal, de que quería estar al frente de la reforma de la justicia penal y de que quería proteger a los vulnerables, pero nunca había visto el trabajo de cerca. No había tomado una decisión todavía”, dice al respecto del que después sería su cargo en su libro “The Truths We Hold: An American Journey” (2019).

De fuertes ideas

Una de las cuestiones que marcaron la personalidad y el paso por el senado de Kamala Harris fue su manera de enfrentar y dejar callados a algunos incómodos interlocutores.

Sus ideas la llevaron a enfrentarse, por ejemplo, con el juez de la Corte Suprema, Brett Kavanaugh, durante su confirmación: “¿Puede pensar en alguna ley que le dé al gobierno la posibilidad de decidir sobre el cuerpo de un hombre?”, le preguntó Harris al nominado por Trump para ocupar un lugar en la Corte.  El juez no supo cómo responder a esa pregunta ni supo qué contestar ante la falta de condena del presidente Trump a los supremacistas blancos: «la independencia del sistema judicial implica que no puedo tomar parte en temas políticos», atinó a decir. 

Las cuestiones tratadas en estos debates tienen que ver precisamente con dos temas que se volvieron claves en esta elección. El del aborto, luego de que la jueza Ruth Bader Ginsburg fuera reemplazada por Amy Coney Barrett, poniendo así en peligro, una vez más (y tras el nombramiento de Kavanaugh) un fallo de 1973 que permite la interrupción legal del embarazo; y el tema del racismo y la falta de condena de este tipo de actos por parte del actual presidente.

Su postura antirracista fue también un punto de desencuentro incluso con su compañero de fórmula. Durante las primarias acusó a Biden de no condenar lo suficiente ni más abiertamente las declaraciones racistas de algunos senadores. Luego del caso de George Floyd, el tema del racismo estructural en el país se volvió uno de los centrales de debate electoral.

También su postura fue vehemente frente al vicepresidente de Trump, Mike Pence. “Estoy hablando yo”, se la oyó decir en más de una oportunidad con seguridad y fuerza frente a su contrincante en el debate vicepresidencial.

Con la misma potencia se escucha su voz cada vez que la muestran como la sucesora de Barack Obama “yo dejaré mi propio legado”, suele responder ante las comparaciones de la prensa.

Con capacidad para sanar

Debido a la edad del presidente electo (es el más longevo en llegar a ese puesto en Estados Unidos), muchos se plantean la posibilidad de que Kamala Harris sea la próxima candidata a la presidencia por el partido Demócrata.

Sea como sea, y en el corto plazo, todo parece indicar que su tenacidad y convicción la harán tomar un rol más protagónico del que por lo general tienen los vicepresidentes.

Si es así, y logra realmente afianzar su poder y tener voz y voto en las decisiones más importantes del país, podrá efectivamente representar a todos los que están esperanzados con su llegada a la vicepresidencia. Su presencia ya es todo un símbolo, ahora resta que este simbolismo no se pierda.

Su triunfo, además, tiene que ver con la maduración de sociedades que antes ni se habían planteado dar a una mujer una responsabilidad semejante. Por lo pronto, Harris logró cambiar la agenda de su propio compañero de fórmula y de su partido, uno de los dos más importantes del país.

El discurso conciliador deberá dar paso a los hechos verdaderos y será ahí en donde podrán medirse realmente los resultados de esta elección.

Nuevos comienzos

“Es más fácil ser padre esta mañana, es más fácil decirle a tus hijos que su forma de ser importa, decirles que la verdad importa, que ser buena persona importa… y es más fácil para mucha gente. (…) Ahora no tienes que preocuparte de que tu presidente no te quiera aquí. Si eres un inmigrante, no tienes que preocuparte de que el presidente esté contento de enviar a los Dreamers de vuelta y sin ninguna razón».

periodista de la CNN Van Jones al anunciar el triunfo de Joe Biden y Kamala Harris

«‘No puedo respirar’ no era solo George Floyd, era mucha gente la que no podía respirar. Todos los días te levantabas y veías los tuits, ibas a la tienda y toda la gente que hasta entonces tenía miedo de enseñar su racismo se volvía cada vez peor. Te preocupabas por tus hijos, por tu hermana, y ya no podías ir a comprar sin que alguien te diga algo. Y dedicas tanta energía en no venirte abajo…”, decía visiblemente emocionado el periodista de la CNN Van Jones al anunciar el triunfo de Joe Biden y Kamala Harris.

Su video se hizo viral. Pero el odio también se viraliza, y muchas veces lo hace con mayor velocidad que otras cosas. Las palabras importan porque siempre implican un mensaje, a veces negativo, peor aún si en cierta manera es avalado nada menos que por el presidente de un país. Claro que existirán quienes sigan pensando igual, pero ya no contarán con el apoyo abierto de las autoridades.

Por lo pronto, un nuevo discurso es al menos un nuevo comienzo para muchos. Es volver a sembrar la esperanza, la misma que tuvo alguna vez una niña pidiendo el fin de la guerra de Vietnam.