Expresiones de la Aldea, La Aldea y el Mundo, Tertulias de la Aldea

GERMÁN AVÉ LALLEMANT

Por José Villegas (*)

He considerado oportuno entregar a nuestros lectores/as, como corolario de esta semblanza de nuestro sabio germano-puntano, algunos fragmentos que he seleccionado del extraordinario trabajo de Horacio Tarkus, “Lallemant: ¿un marxismo sin sujeto?, que viene a corroborar y completar nuestra posición respecto de uno de los arquetipos de la historia de nuestra tierra. Escribe Tarkus: “… El 7 de abril de 1894 aparecía el primer número de La Vanguardia y como un eco directo de El Obrero, se subtitulaba “periódico socialista científico, defensor de la clase trabajadora”.

En la portada, bajo el título de “Nuestros predecesores”, se le rendía homenaje a Lallemant y su periódico: “Debemos un recuerdo honroso a los que nos han precedido aquí en la propaganda socialista. El Obrero, semanario que apareció en diciembre de 1890, ha sido el primer periódico de la clase trabajadora argentina.

Fue órgano de la Federación Obrera, y contribuyeron muy principalmente a sostenerlo los compañeros Lallemant y Kühn” (LV n° 1, 7/4/1894, p. 1). Pocas semanas después, se publicaba una carta de Lallemant al director de La Vanguardia bajo el título “Los obreros en la República Argentina. Una opinión digna de ser escuchada”.

El copete indicaba: “El ciudadano Germán A. Lallemant, que ha sido uno de los iniciadores del movimiento socialista entre nosotros como fundador de El Obrero, a cuyo sostenimiento contribuyó tanto con su inteligencia como con su dinero, y que ahora es asiduo colaborador del Vorwärts y de La Vanguardia, nos ha escrito una carta de la cual a continuación damos algunos párrafos.

Ellos muestran la conformidad de ideas que tiene con nosotros en lo que se refiere a la necesidad de que también en este país los obreros socialistas Horacio Tarcus 87 entren en la lucha política” (LV n° 5, 5/5/1894: 1).

La prédica de El Obrero había dado, pues, sus frutos. Juan B. Justo lo reconocía como el primer precedente de La Vanguardia. Un joven socialista de la nueva generación como José Ingenieros, en su folleto “¿Qué es el socialismo?” (1895), recogía lo sembrado por Lallemant en El Obrero y La Agricultura y lo citaba como una autoridad científica y ética a la hora de demostrar la pertinencia de la “cuestión social” en la Argentina (Ingenieros, 1895).

En la asamblea del Partido Socialista Obrero Argentino del 9 de febrero de 1896 es elegido uno de los cinco candidatos socialistas a diputado para las elecciones parlamentarias de abril de 1896.

Juan Bautista Justo. Fue médico, periodista, político, parlamentario y escritor argentino, fundador del Partido Socialista de Argentina. 1865-1928

Sin embargo, si vamos un poco más allá de las enunciaciones doctrinarias y atendemos a la concepción que cada uno se había forjado del socialismo, así como de la sociedad argentina y su lugar en el capitalismo internacional, se pone en evidencia que la oposición Justo/Lallemant es una construcción en parte debida a Kühn, pero sobre todo a los comunistas y sus epígonos (Paso, Ratzer, etc.).

Es más: puede afirmarse que Justo es el discípulo cabal de Lallemant, aunque éste no reconociese su paternidad político-intelectual. Es indudable que Justo no adscribía al “marxismo ortodoxo” al estilo de un Kautsky o un Lallemant, considerando a Marx dentro de un universo de autores socialistas compartido con un Ferri o un Loria (Aricó, 1999. La política ha enriquecido y problematizado el socialismo objetivista y evolucionista de Justo, pero esta es una dimensión ausente —más allá de ciertos enunciados generales— en Lallemant. Las corresponsalías de Lallemant en Die Neue Zeit se fundan, sin duda, en la complicidad doctrinaria (marxista “ortodoxa”) con Kautsky a expensas del “revisionismo”.

Pero esta “ortodoxia” paga el precio oneroso del elitismo y el nacionalismo. Tanto más lejos se situaba de la política, tanto más patente se hacía su socialismo objetivista. Un sabio devenido socialista, un alemán en un país periférico, un marxista sin proletariado, un Kautsky sin partido.

Era, pues, inevitable su ulterior distanciamiento del socialismo argentino? En modo alguno: de estar animado por una voluntad política, pudo jugar su enorme prestigio político-intelectual ocupando, acaso, un lugar de maestro, como Engels lo fue respecto de Kautsky, Bernstein y tantos otros, cuestionando lo que entendía eran las flaquezas de los jóvenes, pero también orientándolos, aconsejándolos y promoviéndolos. Pudo transformar su autoridad intelectual y moral en autoridad política, como lo hizo Justo. E incluso poner su prestigio político-intelectual al servicio de una línea interna anti-revisionista, al estilo de un Kautsky.

Pero esto implicaba, sin duda, su instalación en Buenos Aires, lanzándose de lleno al único terreno que no había rastreado este explorador consumado: el de la política. Su recolocación implicaba una (auto) transformación que Lallemant no supo o no pudo hacer.

Es así que aquel sabio germano-argentino de carácter intempestivo, hosco y solitario como un Robinson en su San Luis adoptiva, escogió en cambio el camino de la “crítica científica”, severo, inexorable.

Es así que luego de colaborar en los primeros dos años de la experiencia de La Vanguardia y de aceptar su candidatura socialista a diputado, se auto marginaba de los que iban a poner en movimiento al Partido Socialista argentino aquel hombre notable que había dado lo mejor de sí para nutrir de una doctrina emancipadora al naciente proletariado argentino.

(*) Fragmentos de la Conferencia virtual del Prof. José Villegas. Casa de SL Buenos Aires 27/10/2020