Hacerse cargo
La Opinión/ La Voz del Sud
Desde el Semanario La Opinión y La Voz del Sud se planteó un disparador para ser contestado por varones interesados y enfocados en la necesidad de hablar de los efectos del patriarcado y las desigualdades históricas que ha propiciado. Entre las personas a quienes se les pidió un pensamiento, una reflexión, se encuentra Ariel Sanabria quien es Trabajador social e integrante de la Red de profesionales de la salud por el derecho a decidir. Del grupo Varones trabajando su masculinidad.
-¿Cómo pueden aportar los varones a la igualdad y a erradicar la violencia machista?
Su complejidad radica en que vivimos en una sociedad occidental, capitalista, patriarcal y colonial que parece no proponer ningún espacio para pensar a los varones aportando a erradicar las situaciones de violencias machistas.
Entonces, esta difícil tarea radica en construir un mundo, otro, desarmando estructuras y desmontando mandatos. Para ello hay que pensar en trabajar en varias dimensiones, algunas estructurales que demandarán tiempo, recursos, voluntades y consensos, otras más inmediatas, en el terreno de las micropolíticas y de las pequeñas acciones.
Un primer acuerdo para comenzar es la idea de que lo aprendido se puede desaprender, que haciendo una analogía arriesgada con Simone de Beauvoir cuando dice “no se nace mujer, se llega a serlo”, “nadie nace macho se aprende a serlo”.
Partiendo de esa premisa, debemos desestabilizar el sistema a partir de la implementación efectiva de la Ley 26150 de Educación Sexual Integral en todos los ámbitos, inclusive espacios extraescolares, en poblaciones adultas, en los territorios populares, etc.
El diseño y formulación de políticas públicas con perspectiva de géneros que incluyan al sujeto varón con capacidad de agencia y protagonismo, ya no como centralidad sino interpelando, justamente, la misma. Implementación de dispositivos de educación popular que permitan pensar en programas de reeducación para desaprender. Replicar estas estrategias territorialmente.
Mientras esperamos que todo lo anterior suceda, operar en lo micro, desde la recuperación o confirmación del carácter político de las relaciones sociales y sobre todo las sexo afectivas. Politizar o repolitizar este fenómeno nos permite mirarlo en perspectiva de género.
Las masculinidades más cercanas al modelo dominante despolitizan sus prácticas sociales, las “naturalizan”, las colocan en el ámbito de lo tradicional y abonan la idea de que los varones no tenemos géneros –“eso” es para las mujeres o disidencias- produciendo un escenario de ajenidad, de lejanía y por lo tanto de no implicación. Una de las mayores fortalezas de la masculinidad dominante es su invisibilidad”.
Un buen modo de politizar esas relaciones se produce a partir del “hacerse cargo”, del “darte cuenta”, del asumir una posición que habilite a la revisión.
Este fenómeno no se produce en soledad, debe ser pensado en colectivos, ya sea por la interpelación de otros colectivos –como los movimientos feministas, por ejemplo– o por la asunción de responsabilidades con otros varones, quienes en definitiva, son los fiscales de nuestros comportamientos.
En algunos casos se produce, en la mayoría no, por lo tanto sigue siendo un desafío pendiente, no obstante podemos observar con cierta expectativa que vienen generaciones de varones con otros atravesamientos.
La violencia no para, los femicidios no cesan, los varones siguen violentando, los tiempos que implican cambios no son los mismos de las mujeres o disidencias sexuales que sufren las violencias machistas.
Entonces, una propuesta inmediata e imprescindible que tiene forma de aporte serio y comprometido con la erradicación de las violencias por razones de géneros es desmontar los mandatos de la masculinidad, animarse a mostrarse vulnerables, desobedecer esos mandatos, politizar las relaciones, abandonar los silencios, dar de baja la complicidad machista, animarse a mostrar su disidencia, deslegitimar la cultura del aguante, no temer al apelativo de traidor y fundamentalmente hablar de ello, romper con la cotidianidad de lo oculto y silenciado.
Tenemos mucho para decir y aportar, hay que tomar la decisión política de hacerlo.