Cuando la poesía conecta horizontes
Durante su edición treinta, el prestigioso Festival Internacional de Poesía de Medellín, uno de los más importantes del mundo, se realizó virtualmente por la pandemia
Por Matías Gómez
El poeta colombiano Carlos Andrés Jaramillo comparte reflexiones sobre la experiencia de organizar e impulsar este encuentro celebrado por 385.000 espectadores.
En 2020, por primera vez, mediante una plataforma digital, participaron poetas de Azerbaiyán, Etiopía, Kosovo, Montenegro, y Tayikistán. En total, fueron 70 días de celebración, con más de 200 invitados,132 lecturas y diálogos desde 103 países.
“Para nosotros es una gran alegría acercar la poesía de los pueblos al resto del planeta. Ya que cada lengua es, por si misma, una forma de estar en el mundo”, expresó Jaramillo. Con este festival Colombia se ha convertido en un ejemplo de resiliencia creativa.
-¿Cuánto trabajo implicó adaptar todo el festival a las plataformas digitales?
-Implicó un trabajo de más de cinco meses, en los que debimos reorganizar el evento, según se expedían los decretos del confinamiento por la crisis sanitaria que afectó al mundo. Se tiende a pensar que este cambio hacia lo digital es fácil. En realidad, involucró muchas dificultades de orden técnico (software, pruebas, conectividad) que resolvimos de la mejor manera posible.
Fue un aprendizaje para todo el equipo y creemos que también lo fue para el público. Debimos adaptarnos a una nueva forma de confluencia digital.
-¿Cuál considera que es la clave para mantener durante tanto tiempo un festival de esta envergadura?
-Lo primero, es la convicción de que la poesía tiene una incidencia real en el mundo. Ella puede liberar las facultades sensitivas e intelectivas de las personas, enriqueciendo su experiencia de la vida y la de los otros. Con esa convicción hemos afrontado diversos obstáculos que no han hecho más que fortalecernos en ella. Lo segundo, son los resultados palpables de nuestra labor.
Cuando vemos a los mejores poetas del mundo leyendo en nuestra ciudad u observamos al público cautivo y silencioso por una lectura. Cuando evidenciamos que las acciones en favor de la paz son acogidas y los niños y niñas asistentes a los talleres escriben y disfrutan de la poesía, sabemos que todo este esfuerzo tiene sentido y que no tenemos derecho a desfallecer.
-¿Cree que con el auge de las nuevas tecnologías hay mayor intercambio cultural?
-Sin duda, ya que podemos llegar a públicos más amplios en todo el mundo. Antes de la Pandemia, Medellín se convertía, durante una semana, en un epicentro cultural. Poetas e invitados de todo el planeta venían a la ciudad. Ahora, es el Festival de Medellín el que parte a visitar a otros lugares, el que entra a cada uno de los hogares de los espectadores con la poesía. Es una irradiación a escala planetaria.
-¿Con el paso del tiempo percibe más acompañamiento desde los sectores académicos?
-Hemos querido involucrar a la academia de diversas formas. Primero, yendo a sus espacios institucionales, mostrando qué cosa es la poesía. Después, proponiendo diálogos interdisciplinarios.
Nos importa todo lo que pueda ampliar las perspectivas del conocimiento humano. Este año, por ejemplo, tenemos una gran programación filosófica. Pero somos nosotros los que hemos propuesto el diálogo y eso nos llena de alegría, pues la poesía es la posibilidad de apertura, de conocer otras experiencias.
-El festival surgió por el impulso en las calles, con estas últimas incursiones en el mundo digital, ¿cree que se mantendrá ese espíritu?
-Creemos que sí. El festival surgió de una necesidad espiritual: la gente necesitaba hacer frente a la violencia desencadenada en la ciudad de Medellín. Eran los años 90. Ahora, esas condiciones persisten y tienden a agudizarse. A nivel global, no se ve una salida clara a la crisis de la pandemia. Por tal motivo la gente busca en la poesía, no una manera de evasión, sino de comprensión, de resignificación, de redescubrimiento de la vida. Nunca habíamos tenido a tantos espectadores y creemos que podemos seguir creciendo en audiencias.
-¿Qué desafíos tienen como organización para este 2021?
-Este es un año difícil para muchas organizaciones culturales que dependen de los recursos de los gobiernos. Nosotros nos hemos visto enfrentados a recortes. Así que debemos optimizar esos recursos y salir en búsqueda de otros. Pero, realmente, el desafío lo tenemos con nosotros mismos. No queremos anquilosarnos, queremos seguir innovando y creciendo, en el número y calidad de los invitados, en los diálogos con otras disciplinas y en la interacción con los espectadores.
-Creemos que una educación poética e incluyente, que desarrolle en las personas la sensibilidad, la inteligencia, el autoconocimiento, el sentido de la solidaridad y el respeto por el mundo en el que se vive, puede ser importante para contrarrestar la violencia.
Para que una educación de este tipo que tenga una amplia incidencia, debe convertirse en un programa de ciudad, en una política pública, que lleve mobiliario cultural (bibliotecas, casas de la cultura, auditorios, teatros), profesores capacitados y material de aprendizaje a los barrios que estén más afectados por la violencia. Se trata de disputar a los grupos armados el espíritu de tantos jóvenes, que pueden encausar sus energías hacia la creatividad y hacia la solidaridad. Es una pelea que hemos estado dando los últimos treinta años.
–¿El festival fomenta cierta conexión con las editoriales de poesía?
-En su versión presencial, hemos intentado que siempre haya una muestra comercial, en la que tanto los poetas, como las editoriales y las librerías puedan mostrar sus libros. El Festival mismo, tiene varias publicaciones. La revista Prometeo, las cartillas que usamos en nuestros talleres y una colección de poesía, llamada Hipnos. Nos gusta pensar que, al mostrar el trabajo de los poetas, el público y las editoriales pueden interesarse en la publicación o adquisición de los libros.
2021, Año Internacional de la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible
La Organización de Naciones Unidas estableció esta celebración ante la crisis en el sector cultural debido a la pandemia. Entre las propuestas se busca garantizar los ingresos de artistas y profesionales, compensar pérdidas (con reducciones impositivas o compras masivas de obras de arte, en especial de pequeñas empresas u organizaciones independientes), apoyar las nuevas producciones, mejorar las infraestructuras, y fomentar la creatividad como medio de resiliencia en la sociedad.
En el documento “Guía de políticas para un sector creativo resiliente”, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) detalla ejemplos de buenas prácticas implementadas en plena pandemia. La obra, de acceso gratuito, concluye con la reflexión de otro colombiano. “El distanciamiento social tiene que ser un distanciamiento del cuerpo, no de la imaginación, ni de la creatividad, ni de la posibilidad de asumir esta situación desde otras perspectivas”, sostuvo el actor y escritor Fabio Rubiano, en uno de los más de 170 debates “ResiliArt”, en más de 65 países, organizados por la UNESCO, entre el 15 de abril y el 21 de octubre de 2020.
– ¿De qué nos ha salvado la poesía durante la pandemia?
-De quedarnos aislados en nosotros mismos. La poesía es diálogo con los otros (sea poetas o lectores), con el espacio de la vida, con nuestro presente, con el tiempo pasado y con el futuro, con lo que aún no está, pero que modela nuestro presente. La poesía es una puerta, una ventana, si se quiere, opuesta al solipsismo del egoísmo o de la desesperación. Una ventana que invita a dar el salto hacia afuera.
