Por eso, cuidado con el phishing
La columna de Iris
Algunas cosas siempre me tuvieron repodrida, y ahora mucho más. “Todos nuestros agentes se encuentran ocupados abuela, ¿qué quiere que hagamos?” Respuesta: con la guita que ganan, pongan más agentes señorita. “Se cayó el sistema madre, ¿qué podemos hacer?” Respuesta: comprar o construir uno mucho mejor, más caro y más eficiente.
Esta etapa de los llamados telefónicos y los trámites por internet es insoportable. Nunca soporté ningún trámite, pero antes por lo menos tenía con quien hablar, contra quien despotricar, ahora desnudo impotencia ante teléfonos y computadoras. Sí, hice el curso de “Abuelos en red”, saqué mención a la mejor compañera digital y todo. Pero no los aguanto más. Y la pandemia agudizó todo esto.
Por supuesto que me olvido todas las claves y códigos y eso. Primero, sepan que todavía vive gente, como yo, que tiene un padre finado cuya libreta de enrolamiento tiene seis dígitos. Y adelante se le pone un cero.
Segundo: no sé para qué corno joden con el documento de mi papá. Tercero: es 0.941…. (tres dígitos más, que no los revelo por cuestiones de herencia).
Hay analfabetas digitales que dicen que tienen que llenar todos los campos y que nunca puede ir un cero adelante. “A ver, abuelita, deme el papelito”. No necesito ningún papelito papanatas, porque lo sé de memoria. Todo esto es introductorio para el drama de las claves. Y no hay solución.
Si es por las pupilas, me quedo quieta como una momia, y en el intento 114 los mando a todos a los caños. Si es por las huellas digitales que inventó Juan Vucetich, dicen que usé toda la vida detergentes muy corrosivos.
Entre nosotros jamás lavé un plato, pero ponele. Qué sé yo. Hay que armar claves con los numeritos, con las minúsculas, con las mayúsculas, con los símbolos…Dios Santo, qué engorro. Encima agarro los diarios y leo: “Expertos en informática coinciden en que las claves ‘son un dolor de cabeza’”. Y en pandemia se usan cada vez más.
“Cómo crear contraseñas robustas para que la gente de mayor edad se sienta más segura”. Yo, a cualquier efecto cumplo en notificar que no soy idiota. Y la nota empieza a hinchar con que si se puede o no usar un cuadernito para guardar las quinientas contraseñas que precisas en el día. Yo no uso cuadernito, pero confieso que se me agotaron los recursos.
No tienen paz. Le digo a mi prima poné el día que nació mi papá. ¿El día que nació o el que lo anotaron?, ¿para el año ponés dos dígitos o cuatro?, qué sé yo, poné lo que se te antoje. No aguanto más. Y no es que no sé usar la aplicación del celular para almacenar las claves, ni siquiera sabía que eso existía. Y además primero tengo que entrar al celular con esos dibujos imbancables que hay que hacer y que siempre le pifio tres veces, por lo menos.
Ahora vos mirá este consejo: «Una buena clave debe ser robusta, con no menos de doce caracteres, alternando letras, números, símbolos, mayúsculas y minúsculas. Cada contraseña que se tenga debe ser así, no tienen que repetirse ni asemejarse. Y por si fuera poco, es conveniente tener activado el segundo factor de autenticación, una medida de seguridad extra que frecuentemente requiere de un código obtenido a partir de una aplicación, o un mensaje SMS».
Qué falta de criterio. Para robusta estoy yo. Este verano le metí a las tortitas como nunca. De diciembre hasta ahora me debo haber comido 214 canelones y 118 panqueques, un desastre. Yo te juro que jamás en mi vida voy a hacer todo esto que recomienda esta señora especialista. Antes me retiro del planeta y de toda actividad que requiera una clave robusta. Tomatelás.
Nena, mirá lo que terminan diciendo de nosotros: «nicho más carente en cuanto a educación y concientización, que tiene no sólo problemas con las contraseñas sino una negación con otros factores más complejos y sofisticados como el phishing, que es cuando el victimario se gana la confianza de la víctima y luego la engaña haciéndose pasar por una empresa o servicio.
Por eso tanto la sociedad como el Estado deben respaldar al adulto mayor con más herramientas para que no quede huérfano del avance tecnológico”. Hum…