El rojo es el ardid en los pómulos de Oscar cuando corre en el recreo, es mi codo raspado. Es el lomo de cada libro del estante más alto, los labios impresos en mi cachete por el beso de mi mamá, un corazón mal dibujado que miro en la pared del aula de mi sala de 4. Aun así, no puedo verlo, al rojo.
EL ROJO- Por Gonzalo Martín
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