San Luis, Tertulias de la Aldea

HOMENAJE PUNTANO

Por José Villegas

Uno de los tantos sucesos que lo tuvieron como protagonista fundamental fue cuando algunos cientos de criollos puntanos lo conocieron “de pasada” en aquel convulsionado junio de 1810, en que muchos de ellos marchaban a integrarse al Ejército del Norte que otro insigne revolucionario, Juan José Castelli, comandaba y de ninguna manera desobedecería las órdenes del Secretario de Gobierno y Guerra de la Junta, el Dr. Mariano Moreno.

Una tarea poco grata pero absolutamente necesaria: detener a los prisioneros contrarrevolucionarios de Córdoba alzados contra el nuevo orden político patriota que, por disposición de Ortiz de Ocampo estaban siendo trasladados a Buenos Aires en vez de haber sido ajusticiados, tal las disposiciones votadas por  la Junta.

Éstos, encabezados por el gobernador realista de la provincia hermana Gutiérrez de la Concha, secundado por Santiago de Liniers, el otrora héroe de las Invasiones inglesas, ahora devenido en defensor del orden colonial español por consejos epistolares de su amigo, el conspirador recién depuesto Baltazar de Cisneros.

Así, Castelli será acompañado por nuestro homenajeado al mando del destacamento de cincuenta soldados con el que salieron al encuentro de los prisioneros, con orden terminante de fusilarlos.

El Secretario de Gobierno y Guerra pensando estrategia y táctica, hizo escoger, incorporar y comandar soldados extranjeros, casi todos ellos escoceses e irlandeses que habían desertado de las invasiones que el ejército británico había hecho en 1806-1807 sobre Buenos Aires, negándose a luchar contra hombres de su misma condición, es decir, unos subyugados por ingleses y los otros, por españoles.

Aquel regimiento “para tareas especiales” se llamó “Estrella del Sur” y, precisamente para aquella misión le estaba prohibido incorporar criollos, por lo que representaban aquellos sediciosos que serían ajusticiados. Así, muchos de nuestros gauchos puntanos se quedarían con las ganas de integrar “La Estrella”.

El 26 de agosto, “La Estrella del Sur” alcanzó a los prisioneros a dos leguas de la posta de Cabeza de Tigre, en el sudeste de Córdoba. Allí se hallaba Castelli quien les leyó los cargos y la sentencia. Seis horas después fueron fusilados Liniers, Gutiérrez de la Concha y otros altos funcionarios. A nuestro héroe le tocó dar el tiro de gracia a Liniers, quien aún agonizaba luego de los disparos.

Nuestro revolucionario había nacido en el seno de una familia humilde en Buenos Aires el 21 de noviembre de 1774. Junto con Vieytes, Castelli, Dupuy, Belgrano, los hermanos Rodríguez Peña, Agustín Donado, Berutti, Pueyrredón y otros, integrará la logia “Independencia”, primera sociedad secreta que conspirará contra el poder colonial.

Quienes lo conocieron lo describen alegre, vital, generoso y valiente. Fue amigo amoroso y leal morenista, mujeriego, jugador empedernido, bebedor, orador picante, militante incansable, combatiente temerario, juerguista y bardero. Respetado y querido por sus amigos, odiado por sus enemigos.

No pocas maestras partidarias fieles de “Billiken” y de manuales cotorreros oficiales (al menos en mis épocas de escuela), siempre se refirieron a él y su inseparable compañero Antonio Luis como los “cándidos jóvenes” que colaboraron con la Revolución.

Pero, resulta que cuando empezamos a investigar en las obras de historiadores de fuste como Jorge Abelardo Ramos, Antonio José Pérez Amuchástegui y José María Rosa entre otros, aquellos muchachos no eran chicos simpáticos y amorosos sino los creadores de “La Legión Infernal” y “Los Chisperos”, líderes de cientos de jóvenes que integraban aquellas agrupaciones, inclaudicables militantes de un sueño que ahora empezaba a hacerse realidad.

Aquel 25 de mayo concluía una semana revolucionaria. Estos dos “simpáticos jovencitos” aseguraron el control de las calles donde residían “los decentes” y los suburbios porteños donde “los orilleros” se ponían bajo su mando. ¿Los Patricios? Esperaban acuartelados. Los “decentes” ya ni se animaban a votar y aceptaban la renuncia de Cisneros.

Los intelectuales revolucionarios sesionando en el Cabildo dispuestos a crear una Junta patriota. “Los chisperos” y “los infernales” en la calle junto a “los orilleros” y algunos vecinos americanos, pisando barro, entusiastas y decididos se dejaban conducir por la inteligencia, el coraje y la entrega de quien hoy los puntanos homenajeamos con valoración y gratitud.

Fue un humilde cartero, convertido en revolucionario, militante y combatiente que hoy, hay que redimir. Falleció como vivió en junio de 1825, y fue despedido por uno de sus dilectos amigos, un emblema del federalismo, el Cnel. Manuel Dorrego. Se llamó DOMINGO MARÍA CRISTÓBAL FRENCH Y URREAGA.

Invasiones inglesas a Buenos Aires, pintado por Madrid Martínez, litografía de 1807. Domingo María Cristóbal French Y Urreaga, con 32 años, participó primero en la reconquista de la ciudad y luego de la defensa.