Expresiones de la Aldea, San Luis

Laberintos del sueño

Por Hilda Pedroza (*)

¿Será posible que me pase otra vez lo mismo? ¿Cómo vine a dar aquí? Nunca estuve en este lugar, todo se ve horrible y todo es espantoso, no me animo a preguntarle nada a nadie. Mejor que no se den cuenta de que estoy perdida, que no soy de aquí. ¿Dónde habré dejado el auto? Esto es una barranca y el sendero es muy estrecho; no puedo haber pasado por aquí con el auto, ¿Cómo llegué? Y los niños deben estar asustados porque bajé por un instante, por eso los dejé adentro del auto, entretenidos con sus revistas. Pero ya pasó mucho tiempo ¡Ay Dios mío, que no les pase nada! ¡Ah, pero qué suerte! esa es la casa de mis padres seguro que ellos me pueden llevar hasta donde dejé el auto o por lo menos a buscarlo más rápido. ¿Y toda esta gente? ¿Qué hacen aquí? No conozco a nadie. No veo a mi mamá ni a mi papá y empiezan a mirarme recelosos como si la extraña fuera yo y no ellos. Me miran raro porque no tengo zapatos, me los saqué al bajar del coche, eso hago al llegar a mi casa ¿Por qué se me ocurrió hacerlo ahora? ¡Uy! ¿Será que me parece? No, no es la casa paterna. No están ni ellos ni mis hermanos ¿Por qué hay tanta gente que no conozco? Mis padres no viven en este barrio, y ahora que salí sigue siendo la misma cosa aterradora que era antes de entrar, debe ser que estoy tan asustada que por eso creí que era porque es la única casa conocida que veía en esta zona. Cada vez tengo más angustia por los chicos ¿Por qué me pasan estas cosas? ¿Por qué? por qué me distraigo tanto y me olvido de donde estoy, no puedo volver; no sé cómo llegué aquí. Siempre me pasa lo mismo y voy a parar a estos lugares anónimos sin saber cómo llego.

“Perdida”, por Dottie Stanley, Estados Unidos.

(*) Soy Hilda Pedroza, tengo 82 años, lectora voraz, me gusta más leer que escribir y muy adicta a las películas. Vivo desde hace 23 años en esta provincia maravillosa, que es mi lugar en el mundo, y eso es mucho decir para alguien que tuvo 53 mudanzas interprovinciales e internacionales algunas de ellas. Aquí encontré el mejor recreo de mi vida, que es pertenecer al taller de los Silenciosos Incurables.