PESADILLAS
Por Jorge Sallenave (*)
…Ensueño angustioso y tenaz… pesado… duro, áspero e insufrible, fuerte, violento o dañoso. (Diccionario del Real Academia Española)
El mal dormir
Entre los compañeros de trabajo, Néstor Ruiz tenía algunos preferidos, se llamaban Enzo, Piti, Ramón Alcaraz, Anselmo Birro y el francés. El motivo de esta preferencia se debía a que eran solteros y les llevaban varios años de diferencia. Eran administrativos a punto de jubilarse. Solían cenar juntos, alegremente, pero no bien Néstor se acostaba, soñaba con ellos.
También los atendía con clases de gimnasia, sin exigirles demasiado porque eran personas mayores.
En su sueño torpe, hosco, peligroso, Néstor se sentía contento, pero sus amigos cambiaban. Hablaban mal de él, lo despreciaban y solicitaban a los funcionarios que lo despidieran, porque era un mal ejemplo entre los demás empleados y los clientes que atendía.
Néstor Ruiz les preguntaba a qué se debía ese cambio, la pesadilla abría la puerta: “No te queremos, te odiamos y nos gustaría terminar con tu vida”. Acto seguido lo ataban a un tronco sin ramas.
—¡Están locos!… ¿Qué piensan hacer?
—Lo dicho, matarte —respondían.
Le encendían el cuerpo. La piel se le achicharraba, sentía intenso dolor y un fuerte olor lo desesperaba. Entonces, la pesadilla cambiaba. Él y sus amigos se encontraban frente a un río de agua limpia y translúcida.
El hombre de 35 años decía que tenía sed y sus amigos respondían: “Tiene sed”, al tiempo que lo sumergían en el río, intentando ahogarlo.
—¡Desean ahogarme!
—Quien toma demasiado, es muy posible que se ahogue.
Al día siguiente, cuando llegó a la oficina, sus amigos le preguntaron si había dormido bien.
Fue en ese momento que Néstor Ruiz decidió no salir más con ellos para que las pesadillas terminaran.
Buscó las mejores excusas para no ir al bar ni a cenar y no asistirlos más en sus ejercicios.
Sin embargo, el mal dormir seguía. Con mayor dolor, traiciones y muerte.
Durante un tiempo se enamoró de una joven. Las pesadillas se aquietaron por un instante. Soñaba con ella, y si bien no llegaban a un trato afectivo, nació una relación leve, pero confortable.
Después de unas noches reaparecieron las pesadillas.
A la joven la acompañaba un hombre de fuerte físico, que la besaba con el consentimiento de ella.
Cada tanto ella se quejaba de Néstor Ruiz. “Cuando me autoricés acabaré con él, en la acumulación de agua que existe en la montaña”.
Néstor Ruiz iba al baño a mojar su rostro para despertarse, a veces se sentaba en uno de los sillones del comedor. Aun así, seguía durmiendo y la pesadilla se le prendía al cerebro.
Una de esas noches vio el agua que ocultaba la montaña. Tan oscura como si tuviera barro.
El hombre morrudo lo empujó al centro del agua. El individuo le lanzaba piedras de gran tamaño que rodeaban a Néstor Ruiz, hasta que una de las piedras lo golpeó en la sien. El cuerpo le explotaba y sabía que se moría.
No pudo despertarse. Las piedras habían destrozado su cabeza.
Esta pesadilla se mantuvo por meses, hasta la llegada de la hija del funcionario.
Al principio, solo soñaba. Era real que le molestara en ese sueño que la joven hablara con el funcionario que era su padre y pidiera el despido.
Para Néstor Ruiz, que había sufrido ya con sus amigos, la actuación de ella le parecía un mal menor.
Se equivocó. La hija del funcionario apareció en los sueños con dos daneses, quienes no bien advertían la presencia de Néstor Ruiz lo atacaban. Él corría y corría. Los animales lo alcanzaban y no lo lastimaban porque ella los llamaba.
Una de esas noches, la hija del funcionario no los llamó y los animales se prendieron a la garganta de Néstor Ruiz
Debido a su mal dormir, se apartó de los antiguos amigos y de las jóvenes con quienes pensaba formar una familia.
(*) La Opinión y La Voz del Sud tienen el honor de presentar estos cuentos inéditos de Sallenave. Escritor consagrado que es pluma y esencia de las letras puntanas. La pandemia no pudo con su inspiración, todo lo contrario. Publicarlo es siempre una celebración.