BITÁCORA DE PANDEMIA
Hojear sin juzgar el cuaderno de bitácora de viaje en esta pandemia en el que diferentes y distantes personas escriben reflexiones y sentires de esta historia
La Opinión/ La Voz del Sud
Desde Villa Mercedes nos asomamos a la bitácora de Ángel Gastón:
No quisiera pecar de malo, pero creo que nos merecíamos algo así, desde hace mucho que venimos haciendo todo mal, contaminando nuestro planeta de una manera increíble, las deforestaciones que han potenciado las inundaciones, todos esos cambios climáticos, y los desastres naturales, no lo cuidamos, siendo que nosotros vivimos dentro.
Lo que creímos que era normal, indudablemente para Dios no lo era.
Este virus, esta pandemia nos hizo entender que el planeta está mejor sin nosotros, sin la humanidad, en donde pagamos justos por pecadores, pero a mi entender es justo, ya que los que queremos un planeta mejor y más saludable tenemos la responsabilidad de protegerlo y no estamos haciendo nada para eso, o los pocos esfuerzos que se hacen son insuficientes.
Vivimos en una sociedad insuficientemente solidaria, este virus nos destapó la olla y nos hizo ver, nos hizo sentir que el dinero no lo es todo, muchas vidas se perdieron, y todas fueron valiosas, el comportamiento social en muchos casos fue penoso.
No siento que esto nos haya dejado bien parados, la grieta se profundizó, y muchos ventajeros hasta aprovecharon el momento e hicieron política con los muertos de la pandemia.
La sociedad está mal, está enojada, está dolida, la crisis económica tampoco ayuda, la intolerancia se acrecienta en todo momento.
Ahora la esperanza recae toda en la vacuna, que al parecer está dando resultados visibles, ya que la situación sanitaria está mucho mejor en la provincia, en el país y en el mundo.
Nora Beatriz Reinoso, escribe desde San Luis:
Primero fue sorpresa, asombro, y se vio, se vivía o quizás se sentía como algo muy lejano, como que éramos inalcanzables, o eso creímos, lo cierto es que a tan solo unos pocos meses, el virus ya estaba instalado entre nosotros, y allí comenzó la segunda etapa, la del miedo, el terror de contagiarse o de perder a algún ser querido, a sus consecuencias.
Parecieron justas las medidas del gobierno, aunque debo reconocer que pasados algunos meses ya eran intolerables, no se podía trabajar, estuve seis meses sin ver a mis padres, un año sin ver a mis abuelos, el miedo no se iba nunca de entre nosotros.
Personalmente la pasé mal, perdí amigos muy queridos, perdí a mis abuelos a los que tanto cuidé, pero ya era insostenible tanta precaución, el virus se hizo lugar entre la sociedad, nos invadió por todos los rincones, he hizo estragos, dañó, lastimó, se llevó vidas, todas valiosas.
No pretendo calificar un comportamiento social, ya que personalmente he tenido contradicciones con respecto a esta pandemia, con respecto a la cuarentena, por momentos la sufría, la padecía, otros momentos quería convencerme que lo tan malo no era así, hasta que lo sufrí en carne propia, y fue ahí donde me convencí y todas mis dudas se esfumaron con la realidad.
La vacuna fue la luz al final del túnel, la única esperanza de la humanidad, hoy gracias al estado ya tengo las dos dosis colocadas, y pude estar un poco más tranquila, aunque todavía sigo con mis cuidados y recomiendo, que a pesar del buen momento que estamos atravesando en el presente, no dejemos de cuidarnos.