Expresiones de la Aldea, San Luis, Tertulias de la Aldea

¡Desopilantes!

Por José Villegas

Tanto el epistolario como los anecdotarios (que transmiten veracidad), muchas veces son tomados como fuentes incontrastables en la investigación histórica. Y, en no pocas ocasiones podemos los historiadores descubrir las verdaderas personalidades de sus protagonistas.Repasando mi archivo de anécdotas, he seleccionado tres que siempre recuerdo, precisamente por ser reales, desopilantes, ocurrentes y originales. Las comparto:

  • “DISPAREN A MI CAMISA”

En épocas de la guerra de la triple alianza y de la Revolución de los Colorados encabezada por los puntanos en Cuyo, el Presidente de Bolivia, Gral. Melgarejo estaba a favor de Solano López, mandatario paraguayo a quien admiraba, y en contra de los gobiernos genocidas argentino y brasileño. Cuando una delegación brasileña lo visitó para conminarlo a firmar un tratado en contra de Paraguay, Melgarejo dijo que no firmaba tratados, porque no confiaba “ni en su camisa”. Y para que quedase claro que no confiaba ni en la camisa, Melgarejo llamó a cuatro soldados, y poniendo la camisa en una silla, la hizo “fusilar” sumariamente. (Todo delante de los brasileños, que huyeron despavoridos).

  • “LA CARTA”

El secretario privado y yerno de Urquiza, Julio Victorica, publicó un libro sobre los sucesos previos a la batalla de Pavón. Expuso que antes de la batalla los tres involucrados (Mitre, Derqui y Urquiza) se reunieron en el buque inglés Oberon para dialogar y evitar el encuentro bélico. Dado el extremo frío reinante portaban gabanes, que al entrar al cálido vapor dejaron en un perchero. Fracasado el objetivo de la reunión, Urquiza salió  primero y dada su contextura similar a la del Presidente, se equivocó y se colocó el gabán de Derqui. Antes de advertir el error, metió mano en el bolsillo de la prenda y dio con una carta manuscrita de Derqui a Juan Saá. En ella el Presidente le comunicaba que iba a reemplazar a Urquiza en el mando del ejército Confederado por el militar puntano. El caudillo entrerriano devolvió el sobretodo ajeno, con la carta del bolsillo, a su lugar y se retiró. Ante lo que interpretaba como una traición de Derqui, se fue con la intención de abandonar el campo de batalla en cuanto pudiera. Que, en efecto, fue lo que hizo en Pavón.

  • “EL FUSILAMIENTO DE DIOS”

Cuenta Eduardo Galeano en “Los hijos de los días” que: “En 1918, en Moscú, en plena efervescencia revolucionaria, Anatoli Lunacharski encabezó el tribunal que juzgó a Dios. Una Biblia fue sentada en el banquillo de los acusados. Según el fiscal, Dios había cometido, a lo largo de la historia, numerosos crímenes contra la humanidad. El abogado de oficio alegó que Dios era inimputable, porque padecía demencia grave; pero el tribunal, desestimando la argumentación,  lo condenó a muerte. Al amanecer del día posterior a la finalización del juicio, cinco ráfagas de ametralladora fueron disparadas al cielo”.

Justo José de Urquiza fue un militar y político argentino. Fue varias veces gobernador de la provincia de Entre Ríos,
líder del Partido Federal y presidente de la Confederación Argentina entre 1854 y 1860.