La Aldea y el Mundo, Notas Centrales

JUEGO DE SIMULACIÓN

La organización social basada en desigualdades, llevó al mundo a formas de esclavitud. En Mauritania este tipo de opresión tiene una historia reciente

Por Guillermo Genini

La Aldea contemporánea

Según el investigador Alberto López Bargados, la existencia de los esclavos o siervos en Mauritania es un extremo de una situación que se da en otros países africanos o árabes donde la organización social contiene fuertes desigualdades étnicas, económicas y políticas. Él afirma: “en Mauritania, las relaciones serviles continúan presentes en el orden social, y aunque en general la esclavitud strictu sensu haya desaparecido desde hace un cierto tiempo, en ocasiones resulta difícil establecer una distinción neta entre el estatus del esclavo y el del haratin”.

Pensar en la existencia de esclavos en el presente se encuentra por fuera de las problemáticas consideradas en Occidente, que vivió un movimiento abolicionista de amplias y duraderas consecuencias desde fines del siglo XVIII. De hecho, la esclavitud desapareció como una institución aceptada para la cultura occidental durante el siglo XIX. Por ejemplo, la Argentina prohibió la esclavitud al sancionar la Constitución Nacional de 1853.

Sin embargo, para el mundo musulmán esta realidad resultó ajena y desconocida. Asentada en fuertes bases históricas, culturales y religiosas, el Islam admitió la esclavitud y la convirtió en una práctica social muy extendida en todos aquellos territorios que dominó desde el siglo VIII, en especial en Cercano Oriente y África. Esta realidad hunde sus raíces en las relaciones interétnicas entre el mundo árabe y el África negra, aunque este fenómeno afectó a toda población no musulmana sea negra o no, en un período anterior a la trata esclavista europea que comenzó a gran escala en las costas atlánticas en el siglo XV.

Gran parte de los esclavos africanos y de otros orígenes étnicos que tomaban los árabes se originaba la guerra santa o yihad que impulsó la expansión del Islam cuando conquistaba nuevos territorios. Sobre las poblaciones vencidas se imponía la religión musulmana y cuando esto ocurría se detenía esta práctica porque no se podía esclavizar a la población islamizada, aunque el Corán no prohibía la esclavitud de los no musulmanes o “infieles”. Además, poseer esclavos era un signo de estatus social, inicialmente limitado a un pequeño grupo de élites ricas, lo que favorecía el efecto de la imitación por parte del resto de la población.

Los árabes se especializaron en la trata y el tráfico de esclavos desde África al Cercano Oriente como parte de sus actividades comerciales. Este lucrativo negocio se asentó en las costas del Mar Mediterráneo y Mar Rojo durante siglos, penetrando gradualmente al interior del territorio de donde extraían esclavos de las poblaciones negras al sur de Sahara ya sea como parte de las transacciones comerciales con reinos locales o como resultado de las guerras de expansión religiosa.

Así la conversión al islamismo hacia el siglo VII de las tribus nómadas bereberes que dominaban las rutas de caravanas que unían en norte con el sur del Sahara, favoreció la expansión de la trata de esclavos hasta las costas africanas del Océano Atlántico, territorio actualmente ocupado por Mauritania.

Un poco de historia

Ya en el siglo XII las tribus bereberes unidas con algunos árabes lograron dominar a la población negra al norte del Senegal y Ghana llegando a conquistar el actual territorio de Mauritania, imponiendo la lengua árabe e islamizando su población.

Los descendientes de los guerreros árabes y bereberes se convirtieron en el grupo dominante que impusieron a la población dispersa en la inmensidad del desierto y unos pocos centros urbanos un sistema social jerarquizado donde se diferenciaron claramente un juego de castas donde los aristócratas moros o kewri dominaron a una gran población de sirvientes o esclavos mayormente de origen negro llama localmente haratin. Este sistema social se mantuvo por siglos a causa del poco interés que esta parte de África (desértica, poco poblada, belicosa y pobre) presentaba para las nuevas potencias colonizadoras europeas.

Desde 1814 Francia se concentró en sostener y expandir sus posesiones en Senegal pero a fines del siglo XIX se interesó en los territorios del Sahara ubicado al norte para evitar la competencia de alemanes, españoles e ingleses, sobre todo en la costa atlántica. El objetivo de los franceses era proteger sus actividades económicas en la colonia senegalesa de los ataques de los nómadas moros y bereberes, sobre cuyos territorios ejercía un protectorado formal.

Una colonización pacífica

En 1898 la administración colonial francesa encargó al oficial Xavier Coppolani la organización de una nueva colonia en el territorio comprendido entre la costa del Océano Atlántico, el norte de Senegal y las posesiones francesas de Mali y Argelia. Coppolani, profundo conocedor de la religión musulmana y del idioma árabe, propuso un plan de acción que contemplaba la profundización del Protectorado combinado con una estrategia de dominación pacífica. Sabía de la belicosidad de las tribus bereberes y de los peligros de iniciar una guerra de dominación. Su plan fue aceptado y rápidamente se ganó el apoyo de los jefes religiosos de Hodh,  Boutilimit y Azawad, logrando el reconocimiento de la administración civil francesa. Sus acciones diplomáticas también fueron exitosas en los oasis y en los cruces de caravanas del interior del Sahara como Adrar, Tagant y Segueit El Hamra. De hecho, Coppolani fue el responsable de denominar a este nuevo y extenso territorio colonial como Mauritania en 1904.

En cierta medida este proceso de colonización pacífica, donde se respetó la organización social y religiosa preexistente, permitió la continuidad de las prácticas sociales de la población local entre la que se encontraba la esclavitud. Si bien Francia como potencia occidental, cristiana y civilizatoria, dictó una ley en 1905 prohibiendo la esclavitud, de hecho se toleró su continuidad hasta el fin del dominio colonial en 1961.

Esta no era una situación exclusiva de Mauritania pues la abolición de la esclavitud en los países musulmanes se produjo mayormente en el siglo XX debido fundamentalmente a la presión exterior o colonial. En la práctica, recurriendo a argucias jurídicas pues el Corán no dice nada sobre su extinción, en muchos países musulmanes africanos y árabes no se desarrolló un verdadero movimiento abolicionista como ocurrió en Occidente. Es por ello que la abolición de la esclavitud fue ignorada por sectores fundamentalistas y tradicionalistas. Por esta razón la  ideología esclavista pervivió en muchas sociedades musulmanas y no fue extraño que en muchas escuelas, universidades y mezquitas se continuara enseñando que la esclavitud y la doctrina religiosa coránica no son incompatibles. Esto es lo que explica que la esclavitud no desapareciera completamente en algunos países musulmanes a pesar de estar legalmente abolida, como en Mauritania.

Cuando Mauritania se independizó formalmente de Francia en 1961 intentó mantener un equilibrio étnico en su representación política entre la población de origen árabe-bereber y negra musulmana, mientras se excluía de toda participación activa a la negra africana esclava. Sin embargo, la presión de los grupos tradicionalistas islamistas llevó a proclamar la República Islámica de Mauritania en 1975. Este cambio favoreció la continuidad de la práctica esclavista simulada apenas por la condición de servidumbre de la población haratin.

De la independencia al fin de la esclavitud

La independencia de Mauritania no cambió el orden jerárquico de su frágil sociedad, sostenida en una fuerte etnicidad que se expresaba en una rígida jerarquización interna sostenida por el Estado. En un extremo de este orden se encuentra la población de origen árabe-bereber poseedor de una posición dominante en la estructura política y administrativa, mientras que en el otro se hallan los haratin, esclavos o siervos hasta 1981 cuando se sancionó por presión internacional una nueva ley que prohibía la esclavitud. Desde entonces los haratin, en su mayoría negros traídos desde Nigeria, Senegal y otras zonas subsaharianas y sus descendientes, se convirtieron en libertos que, sin embargo, siguen manteniendo con las familias y los linajes de sus antiguos señores un vínculo de clientelismo y fidelidad (wala), práctica considerada compatible por el derecho islámico.

Pese a fuertes críticas y denuncias de un sistema social donde de hecho se tolera la esclavitud, Mauritania se vio forzada a criminalizar esta práctica recién en 2007. Pese a ello, las principales organizaciones defensoras de los derechos humanos han denunciado la continuidad de este “orden social injusto”. Es así que se considera a Mauritania como el país con mayor proporción de esclavos del mundo, el 4 % de sus 3,8 millones de habitantes, mientras que un número indeterminado de su población negra, entre un 15 al 20 %, se encuentra en un estado de servidumbre debido a deudas que no pueden afrontar o a la continuidad de lazos de subordinación tradicionales.

Según el investigador Alberto López Bargados, la existencia de los esclavos o siervos en Mauritania es un extremo de una situación que se da en otros países africanos o árabes donde la organización social contiene fuertes desigualdades étnicas, económicas y políticas. Él afirma: “en Mauritania, las relaciones serviles continúan presentes en el orden social, y aunque en general la esclavitud strictu sensu haya desaparecido desde hace un cierto tiempo, en ocasiones resulta difícil establecer una distinción neta entre el estatus del esclavo y el del haratin”.

Así, en pleno siglo XXI, la situación de Mauritania nos revela que un tipo de opresión del pasado que afectó a la condición humana, como la esclavitud, se encuentra más cercana a nuestro presente de lo que algunos pueden imaginar.