Mi mundo
Joha (*)
Nací y crecí acá. Este es mi mundo. Mi casa es esta, una iglesia.
Siempre me sentí tan pequeña entre sus torres inmensas y tan protegida.
Mi madre se encargaba de mantener brillante y limpio cada rincón, no sé cómo lo hacía, el lugar es muy grande.
Mi habitación está fuera de la iglesia, solo voy ahí para dormir. Toda mi vida está aquí, no conozco más allá de sus paredes. La belleza de sus vitrales, que a pesar de la altura siento muy cerca; los mármoles que refrescan mis pies descalzos en las tardes de verano.
Aprendí a leer y a escribir de la mano del padre Juan, que es mi padre. Por las noches le enseñaba a mi madre, con el tiempo fue una gran lectora.
Fui ayudante en las misas y leía para todos algunas veces.
Esta iglesia está en las afueras; a medida que la ciudad fue creciendo la fueron dejando de lado, decían que el camino para llegar hasta acá era muy sinuoso y perdido entre las montañas.
Todo se acentuó cuando un atardecer lluvioso el padre Juan y mi madre volvían de la ciudad y se estrellaron en la curva, en la gran subida.
Algunas veces vino gente a visitar la iglesia, pero todos recordaban el accidente y cada vez vinieron menos.
Teníamos una huerta y yo seguí cuidándola. No soy tan buena como mi madre para limpiarla. Ni doy tan bien la misa como el padre Juan, pero no importa, porque estoy sola con mis amigos, los de las estatuas, y ellos no dicen nada. A veces, esbozan una media sonrisa, cuando me trabo, leyendo algo en latín. Piensan que no me doy cuenta. No les digo nada, no vaya a ser que se enojen y también se vayan.
(*) Soy Ana Delia Rodríguez, de San Luis. Siempre fui farmacéutica y cada paseo por las calles de mi ciudad es, como dicen mis amigas, dos pasos y un saludo. A veces vuelo muy alto: cuando escribo, cuando bailo folclore, cuando estoy con mis dos hijos, o con mis dos nietos.
Excelente relato.
Hermoso relato Ana!!!
Me encantó! Excelente!!