San Luis brilla en la Feria Internacional del Libro
Con un recorrido por la “Constelación de autoras puntanas”, la provincia busca también generar nuevos proyectos e investigaciones interdisciplinarias en esta temática que presentó por primera vez para la 46ª edición.
Por Matías Gómez
Desde mediados del siglo XIX, a diferencia de otros contextos, el fenómeno de la escritura de mujeres irrumpe en San Luis con un ritmo más vinculado a las aulas rurales, urbanas o en la academia nacional. Sin embargo, ante la ausencia de un comercio editorial sólido, las autoras incipientes tomaron la escena pública en diferentes actos, peñas folklóricas y medios periodísticos. O empeñaron su tiempo para publicar en grandes centros que luego les garantizarían la difusión en su provincia. Este carácter de excepcionalidad acompañó a las diferentes propuestas estéticas durante varias generaciones.
Por otro lado, las brechas de género afectaron al ejercicio creativo. En algunas etapas los hombres editaron el doble o cuádruple de libros que las mujeres quienes, al mismo tiempo, estuvieron en desigualdad respecto a la profesionalización de sus vocaciones literarias. Aún así, algunas de las autoras incursionaron además en el sindicalismo, el feminismo, la psiquiatría, la ornitología y hasta el paracaidismo.
Rosenda Quiroga, Virginia Bolten, María Mitchell, Carmen Quiroga de Chena, Rosario Mercedes Simón, Delfina Varela de Ghioldi, Carolina Tobar García, Berta Elena Vidal de Battini, María Delia Gatica de Montiveros, Dora Ochoa de Masramón, Sara Goldstein de Tapiola, Raquel Aljadeff, “Beba” Di Genaro, Paulina Movsichoff, Esther Guevara y Raquel Weinstock, entre otras protagonistas que le dieron más densidad y perspectiva al tiempo en páginas, sobre las cuales hoy sueñan y escriben nuevas voces en la Puntanidad.
Con este horizonte y a sala llena, el viernes 29 en un cálido recorrido, las escritoras Rosa Soria Boussy y Raquel Barrionuevo compartieron anécdotas y lecturas poéticas, pasadas las 20:30, en la sala “Alejandra Pizarnik”, en La Rural.
Durante el emotivo encuentro por el regreso al evento internacional, las autoras destacaron las obras de Rosario M. Simón, Berta Vidal de Battini, María Delia Gatica de Montiveros, Beba Di Genaro, Raquel Aljadeff y Paulina Movsichoff.
“Ellas nos abrieron el camino y formaron esta constelación”, consideró Barrionuevo, premiada por su libro“Fly´s city y otras divagaciones” y por el relato “Nidos de pititorra”, reconocido por el concurso nacional Polo Godoy Rojo.
“Y en este camino estelar fue muy importante el rol de las lectoras. También me gusta pensar que la mujer siempre estuvo en los bordes, en los quiebres, en las grietas; usando una metáfora podríamos decir que como el molle que nace en las grietas y crece en un entorno contradictorio. Creo que a veces nos falta tomar conciencia de nuestra fuerza y de que podemos revertir las negaciones”, reflexionó.
Por su parte, Boussy propuso: “Necesitamos abrir más puertas para el perfeccionamiento profesional de la mujer como escritora”.
Asimismo, la reconocida autora, académica, docente, investigadora, periodista y locutora subrayó que las diferentes gestiones en el Fondo Editorial Sanluiseño, Becas BAS XXI y San Luis Libro contribuyeron a difundir y sostener el legado de las voces femeninas en los múltiples campos del conocimiento.
“Recordamos a Rosario M. Simón, una maestra que nació a fines del siglo XIX y murió muy joven, pero que dejó una estela de sabiduría y belleza en lo que escribió, y que luego será el modelo literario para muchas mujeres. Además, repasamos la influencia que ejerció sobre sus alumnas, conmigo a través de mi madre, y con Berta Vidal de Battini para encauzar su posterior carrera universitaria en Buenos Aires. También recordamos a María Delia Gatica de Montiveros, por ejemplo con la presencia del otro en su escritura diaria”, detalló Boussy quien en 2002 reunió parte de sus producciones poéticas en los libros ”De piel y de centímetros” y »Persistencias”.
“`Beba´ Di Genaro fue una mujer que vivió en poesía y escribió como tal en una época donde los movimientos feministas no estaban tan generalizados como ahora. También hablamos de una autora que tuvo un estilo particular en su poesía y fue poco difundida, pero que tiene mucha profundidad, simbolismo y requiere una lectura muy concentrada: Raquel Aljadeff”, detalló.
El stand “Constelación de autoras puntanas” permanece en La Rural hasta el 16 de mayo.
Apuntes para una constelación de autoras puntanas
Por cuestiones de tiempo, el encuentro en la feria dejó más historias pendientes. No obstante, entre las reflexiones previas que tanto Rosa como Raquel compartieron mientras organizamos aquella charla (que tuve el privilegio de moderar) quisiera compartir algunos apuntes.
En primer lugar, ambas señalaron que la docencia durante los siglos pasados influyó en el ejercicio literario y que, en segundo lugar, las tensiones estéticas locales entre escritoras noveles y autores consagrados (en la peña “Piscu Yaco” de los años sesenta) también contribuyeron a habilitar nuevos espacios y a generar herramientas creativas.
Desde sus experiencias, consideraron que en esos encuentros había empatía y resiliencia entre las autoras de diferentes generaciones, ya que intercambiaban lecturas, borradores, difusiones y hasta correcciones. No como una consigna moral, sino desde la comprensión del sacrificio que implicaba publicar o investigar en entornos remotos o con un limitado circuito editorial.
Incluso mencionaron que en algunos textos es posible encontrar desvíos, tormentosas relaciones familiares, autodesprecios, exquisitos detalles sensoriales, objetivos humanísticos o rupturas. Acaso, cierta atención elaborada que conduce a participar del goce en el paisaje y el cuerpo. También, poemas abandonados tal vez por una búsqueda excesiva, entre cafés, máquinas de escribir y manchas de nicotina, o por pasiones que desbordaron hasta desdibujar los límites entre la realidad y la ficción.
Al mismo tiempo, Rosa y Raquel destacaron que en estos vaivenes hubo un esfuerzo sostenido para convertir lo cotidiano en una experiencia lúcida o sublime. Por ejemplo, cuando María Delia Gatica de Montiveros evoca la sombra de su naranjal en Luján hasta darle entidad simbólica, o cuando Sara Goldstein de Tapiola dice que en una latita que encontró un niño en la plaza se arma el rompecabezas del universo. Es decir, la mirada de las artistas posadas en las cosas para darle más densidad al tiempo.
Y en ese ritmo, año a año, se estableció una constelación que nos alumbra para que nuestras dificultades cotidianas adquieran una perspectiva más universal.
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