Expresiones de la Aldea, San Luis

La Carolina, la fiebre por el Oro y siglos de historia

Por Ignacio Guzmán (*)

La Carolina es un pequeño pueblo ubicado en las laderas del Cerro Tomolasta, que emerge como el punto más elevado de la Provincia de San Luis, conocido por sus riquezas minerales, sus valles fértiles y sus imponentes paisajes. Estas bellezas cautivaron, por ejemplo, a la compañía automotriz Peugeot en el año 2008 cuando eligió este maravilloso marco para realizar el lanzamiento internacional de uno de sus modelos.

La dureza de clima presenta fuertes contrastes, principalmente por sus crudos inviernos. Los vientos del sur provocan fuertes nevadas que hacen de su habitad un lugar de dificultosa estadía en esas épocas del año. En el pasado esta dificultad era mayor.

En las primaveras y veranos del siglo XVI, se acercaban los “lavadores de oro” que hallaban habitualmente el mineral en forma de clavillos, escamas y pepitas. Ya en el siglo XVIII creado el Virreinato del Río de la Plata y siendo el Marqués Rafael de Sobremonte Gobernador Intendente de Córdoba del Tucumán, se recibió la información de hallazgos de oro, lo que propició la intervención del Estado para facilitar y controlar su extracción.

Pese a que no se contó con volúmenes de extracción del metal de importancia, de acuerdo a las investigaciones de Brisa Varela y Cristina Carballo, se pueden identificar tres etapas claras del ciclo del oro durante el periodo colonial:

En el período de los años 1784 – 1790, se iniciaron las tareas exploratorias, con una cargada y sobredimensionada expectativa, que permitió la llegada de pobladores, principalmente vecinos de Córdoba.

Las dificultades climáticas, la rusticidad de las instalaciones y principalmente la falta de grandes resultados generaron un gran desaliento para esta primera etapa.

Para 1791 – 1799 algunos mineros descubrieron nuevamente vetas de oro en las profundidades a los que se llamaría en ese momento del “Cerro Rico”. Con la noticia, se renovó el poblamiento. Por la ausencia de población indígena en la zona se generó la afluencia de mano de obra libre de áreas cercanas.

En el Padrón de Población de 1812 figuran la presencia en La Carolina de mendocinos, sanjuaninos, cordobeses y chilenos. La ilusión del enriquecimiento rápido puede reconocerse cuando además de hombres solos, se comenzaron a trasladar e instalarse familias enteras.

La escasez de agua en los inviernos en el lugar de la explotación minera, originó la necesidad de generar centrales de abastecimiento a partir de circuitos regionales. Era evidente que se debía encontrar un lugar adecuado para la construcción de un trapiche, con su correspondiente represa, movido por fuerza hidráulica para la obtención del metal.

La zona donde se hallaba la nueva población de La Carolina, tenía recursos hídricos, pero estos no poseían ni el caudal y ni la fuerza necesaria para poner en funcionamiento la maquinaria que debía construirse. En respuesta a esta necesidad, se construyó a tan solo ocho leguas al sur un trapiche aprovechando la fuerza de un río permanente, que con el pasar del tiempo generó un pequeño asentamiento, el cual hoy en día conserva su toponimia: El Trapiche.

Finalmente, según lo afirmado por Varela y Carballo, desde 1800 a 1810 la falta de resultados hizo que se produzca la retracción de la población y la disminución del interés por parte de la Corona. Si bien se generó una importante emigración, el asentamiento de la población se convirtió en permanente, dando como resultado un pequeño poblado que sobrevivió con una economía marginal.

(*) Fuente: Varela Brisa, Carballo Cristina. “Recursos, sociedad y ambiente: el ciclo del oro en la organización ambiental del territorio serrano de la Provincia de San Luis del siglo XVIII”, en Estudios Ibero-Americanos. PUCRS, v. XXVII, N° 2, p. 31-47 (2001). Texto Gentileza de Historiadores de San Luis.

En La Carolina una familia posa para la posteridad, hacia 1944. La construcción del fondo es la típica de esa localidad de San Luis. Foto: José La Vía.