El Sensualismo
Por José Villegas
En 1819, luego de haber obtenido por concurso público en el Colegio Unión del Sud la cátedra de Filosofía, con sólo 22 años, Juan Crisóstomo Lafinur pensó, escribió y habló a sus discípulos:
- El intelecto está formado por las “sensaciones”. Yo soy lo que siento, luego pienso, luego existo. Nada me está dado, nada es innato, todo lo adquiero, lo percibo a través de los sentidos. Los conocimientos derivan de la experiencia, la sensación es el origen de todas las facultades, desde el deseo hasta los raciocinios más complicados, y el alma no es, en definitiva, sino un conjunto de sensaciones. Por ejemplo: El lenguaje no es solo un vehículo del pensamiento, sino que, básicamente juega un papel esencial en la elaboración del pensamiento (mientras más nos apropiamos del lenguaje, más lo enriquecemos, más lo incorporamos, mayor es la capacidad para elaborar el pensamiento). (Sensualismo) –Condillac (1715-1780).
- Existe una ciencia de las “ideas”, o sea busca “el origen de las ideas”, las ideas deben descomponerse en sus “elementos originarios”, y estos no pueden ser otra cosa que “sensaciones”.
(Ideología) – Destutt de Tracy (1754-1836), Cabanis (1757-1808).
Pero Yo, Juan Crisóstomo Lafinur, para adquirir estas “sensaciones” debo “ser” y “sentirme” libre. Para ser libre debo transgredir lo impuesto (Colegio Monserrat). Y para transgredir lo impuesto debo transmitir y aplicar lo opuesto. ¿Cómo?: a través de la docencia en mi Cátedra de Filosofía.
Y ¿qué es lo opuesto a lo impuesto? La laicización de la cátedra, el arte de la retórica despojado de prejuicios cobardes, que seduzca a mis alumnos, la pasión por el ideal libertario americanista, la lucha contra el fundamentalismo del clero secular , el repetir con Simón Rodríguez (el maestro de Bolívar) en la construcción política de la nueva América, “o inventamos o erramos”.
Debo sostener entonces que el Plan continental de San Martín para el logro definitivo de la Independencia vendrá a construir la República y que, por lo tanto, un monarca es a la sociedad lo que un monstruo es a la naturaleza.
Y que, el sostenimiento inclaudicable de mi ideología, aunque me cueste la vida, es el fin supremo de mis principios.