RECUERDOS DE VIAJES AL CORAZÓN DE LA PUNTANIDAD
Por Leticia Maqueda
Hace unos años atrás, debido a un trabajo que estaba realizando, recorrí el interior profundo de nuestra Provincia invitando a la gente a contar historias del lugar. Tuve oportunidad en esa ocasión de escuchar las vivencias de la gente de esos lugares y fue maravilloso. En ese entonces, escribí algo de lo vivenciado sintiendo que había tocado las raíces más preciadas de nuestra identidad.
Noviembre de 2016
He celebrado este año la TRADICIÓN, visitando los pueblos pequeños de mi Provincia. Recorro las bellas carreteras en flor de sur a norte, con el verde acompañando y las retamas pincelando de amarillo y saludando a lo largo de todos los caminos. He tenido el privilegio de llegar a esos pueblitos escondidos en el paisaje, con sus capillas antiguas, sus plazas cuidadas colmadas de flores y la gente sonriendo, recibiendo con mate y tortitas y con todo aquello que ellos tienen. Los buenos modales, los gestos tranquilos, el hablar pausado y la maravillosa gestualidad de la hospitalidad puntana. Al sentarme con ellos en ronda invitándolos a contar historias del lugar, he sentido fluir el “tradere” (del latín transmitir, entregar, etimología de Tradición), he podido tocar la necesidad de todos ellos de mostrar lo guardado.
Los fragmentos de relatos brotan a borbotones, retazos de vida guardados en la memoria. “(…) Nosotros no tenemos una historia escrita, tenemos guardados datos, recuerdos, porque siempre hemos querido que se escriba la historia de nuestro pueblo, nosotros les damos los datos y que alguien que pueda hacerlo la escriba…”, “(…) en el pueblo somos como una familia y nos ayudamos entre todos (…) cuando se cerró el Hogar Escuela, pasamos un momento difícil, por los chicos que viven lejos, pero entre todos lo solucionamos …los alojamos en las casas de familias del pueblo (nadie cobra por ello) y así pudieron seguir viniendo. Ahora ya pasó el momento difícil y todo está bien”.
“(…) mis abuelos contaban que por aquí pasó Bairoletto y que ellos escondidos lo vieron”-
“(…) antes hace mucho, yo era jovencita, la escuela tenía una sola aula… daba clase a los chicos todos juntos, de distintas edades…y los ayudaba según avanzaban…30 años estuve….era todo campo entonces…”. El recuerdo del tren está presente en la memoria de distintos modos y en todos con nostalgia, “(…) por las tardes íbamos a la estación a verlo pasar”.
“(…) traían los tambores de agua con los que abastecía a los pueblos cercanos a las vías, pues el agua era escasa, solo teníamos los aljibes y el agua de lluvia para tomar”. En los relatos aparece la memoria de los tiempos sin médicos y con remedios naturales, traer hijos al mundo era un milagro y un riesgo que se asumía en forma natural “(…) las mujeres tuvimos que aprender a ‘parteriar’”.
“…Había una sola casa que tenía teléfono, cuyo uso se facilitaba al que lo necesitara”. Los profesores que dan clase en las escuelas secundarias suman sus vivencias a los relatos, ellos son itinerantes, dan clases en el Morro y en los pueblos del sur en donde hay escuela secundaria.
Toda la semana viajando y alojándose en la zona como pueden. La mayoría son de la ciudad de San Luis y eligen esta vida itinerante, misterio de vocación docente que hace posible que chicos, en lugares tan alejados puedan cursar la secundaria. Construcción del crecimiento provincial silenciosa, inadvertida y desconocida para muchos. Pueblos de pocos habitantes en donde la solidaridad abraza la realidad de los días.
Uno tras otro los relatos desgranan las historias de vida y con ellos se dibuja el perfil humano de la provincia. Gente de mi tierra siempre pensada e imaginada pero que ahora, tengo ante mí corporizada en medio del paisaje fragante de menta, peperina y poleo de nuestros campos.
Bella Gente, con sus rostros morenos, jóvenes, viejos, en los que la vida y el trabajo, el aire y el sol han dejado su huella, canto a la Tradición y a la vida que teje con ellos la historia cultural de la Provincia, canto secreto que se descubre a través de sus voces que vienen y van con tonada puntana, esa que Agüero describía como “perfil oral”, como “música nuestra soterrada”, como “flor en la voz” que nos llega, desde el corazón mismo del San Luis profundo en donde están guardadas las tradiciones propias de la identidad puntana.