Silvia Giunta-22-01-2023
Mi nombre es Silvia Giunta, soy mendocina pero este año se cumplirán 52 años que habito San Luis. Llegamos con la familia de tres pequeños hijitos – Guillermo, Ma. Eugenia y Pablo Bianchi Giunta-, a la tranquila y tan querida ciudad de San Luis.
Pronto completamos la amada familia con Laura, Matías y Andrés Bianchi Giunta.
Como equipaje traíamos sueños y proyectos temporarios, que con el paso de los años se fueron renovando y ampliando y se volvieron permanentes. Así, a mis casi 77 años continúo feliz disfrutando el regalo de vivir en esta generosa tierra puntana.
En Mendoza quedaron mi papá, Pedro Giunta, inquieto y creativo ingeniero civil, descendiente de prósperos inmigrantes italianos y mi mamá Susana Alsina, cuyos papás catalanes eligieron la tierra del sol y del buen vino como residencia permanente. Fuimos cuatro hermanos que disfrutamos mucho nuestra niñez y juventud. También dejamos tías y tíos, muchos primos, amigas y amigos inolvidables.
Luego de 27 años de matrimonio, decidí continuar sola el desafiante arte de vivir y el consecuente placer de disfrutar de cada día. Decisión exigente y compleja al principio, que se convirtió prontamente en enriquecedora y me brindó un liberador caminar.
Tuve una lindísima niñez mendocina, en casa grande con jardín y patios que facilitaban aventuras, risas y sorpresas. Vivíamos en pleno centro, muy cerca de plazas que estimularon mi deleite por árboles, plantas y flores. Mis padres eran muy amigueros eso facilitaba permanentes e inolvidables encuentros familiares y con amigos. Es un recuerdo que atesoro mucho la fluida y amorosa relación con los abuelitos. Eran cariñosos, presentes, mimadores y sabios. Vivían cerca, a una cuadra los paternos y a cinco cuadras los maternos, y los visitábamos muy a menudo.
Fui súper feliz en la escuela primaria Patricias Mendocinas, sigue en mi corazón con el lindo recuerdo de mis amorosas maestras e inolvidables compañeras. Linda época también la de la secundaria en el ICEI y luego en el Sagrado Corazón. Tuve la oportunidad de hacer un intercambio en USA, fue súper enriquecedor y expandió mi conciencia. Fueron 11 meses especiales que culminaron en un viaje en bus con estudiantes de muchos países donde visitamos ciudades y comunidades que nos recibían generosamente. Estudié abogacía en la Universidad de Mendoza. Y cuando vine a San Luis tuve oportunidad de trabajar como abogada, asesora legal en organismos provinciales, Rentas, Catastro, Turismo. Integré el cuerpo de abogados de Asesoría de Gobierno, de la Fiscalía de Estado. Fue un desafío ser Subsecretaria de Gobierno y Secretaria de Gobierno de la Municipalidad de San Luis. Toda una vida productiva que el tiempo ha dejado atrás, y sin embargo, están en mi memoria infinidad de buenos momentos, aprendizajes, encuentros con valiosos colegas y compañeros de trabajos.
El ser mamá son las seis bisagras que me fueron marcando, resignificando y dignificando mi vida. Han sido regalos maravillosos, y me cuesta ponerle palabras al misterio vivido. El agradecimiento y los pensamientos positivos son eje en mi vida. El anhelo de aprender, el orden y la limpieza, el asistir a necesidades de quienes me rodean, profundizar en la Trascendencia, me han convocado a vivir de modo constante. Soy amante de la naturaleza.
Muchas situaciones me movilizan para bien y otras me duelen y disgustan. Las injusticias, las mentiras, el hambre, la ignorancia, los afanes materialistas, la pobreza, el ansia de poder desmedido e irracional, tienen que desaparecer. Los libros me han acompañado mucho, especialmente en las épocas de dificultades de salud, tan frecuentes a lo largo de mi vida. Novelas, cuentos, historia, lecturas espirituales, biografías. En música me dejo atrapar por la música melódica y tradicional. Es un gran regalo tener 11 maravillosas nietas y 6 increíbles nietos. Me fascina verlos jugar, expresarse, estar con ellos, que vengan a casa. Muy inquietos, estudiosos, divertidos y cariñosos. Son mi luz y sentido ahora que mis hijas e hijos tienen que estar atentos a sus existencias. Son un hito familiar las reuniones y las pijamadas en la casa de la abuela. Disfruto el encuentro con hijas e hijos, comidas compartidas. También con mis amigas tan queridas. Destaco el placer por mi jardín.
De mi familia recibí algo así como un mandato de ser respetuosa de valores trascendentes, esforzarme al máximo, cuidar y amar a la familia que es el germen donde se fortalece el bien. La amistad ha ocupado un lugar muy especial en mi vida. Tengo entrañables amigas y amigos de muchísimos años, a quienes agradezco su presencia, momentos compartidos, escucha y cariño.
Descubrir San Luis, sus historias, sus paisajes, sus personajes, sus posibilidades, ha sido maravilloso. Esta hermosa ciudad/provincia fue cautivándome de a poco. Fue un enamoramiento suave y profundo. Las exigencias cotidianas me tenían atrapada y fueron mis hijos quienes me fueron convocando a amar al terruño donde transcurrían nuestros días. Gracias San Luis por cobijarnos y cuidarnos.
Un escrito muy sentido, me tocó profundamente
Silvia me emocionó mucho tus palabras. Me recuerda mucho mi llegada a mendoza y mi amor por esta bella ciudad que también me cobijó.
Hermosa vida has tenido y tienes. Me gusta como la cuentas, libre de la sombra de los resentimientos, que inevitablemente algunas dificultades dejan. O sea que has superado todo. Me alegra mucho amiga. Ahora eres libre de verdad. Un beso enorme de quien te quiere y admira.
Una amiga entrañable, que conocí como vecina y luego nos hicimos amigas de toda una vida. Hermoso relato de tu vida .
Hermoso relato de vida de mi querida amiga con quien compartí momentos buenos y otros no tan buenos, pero siempre enriquecedores…una vida!
Hola Silvia. He leído tu entrevista ;un hermoso relato del lo que yo pude compartir en buena medida . Sí, todo empezó hace mas de 65 años cuando yo me cruzaba con una vecinita de la calle Rivadavia y además de galopar mi corazón, mis piernas temblaban al punto de creer que podía terminar en el suelo. Hasta a veces iba a la vereda de enfrente por temor a que te dieras cuenta.
Pero pasó el tiempo y todo derivó en una hermosa amistad; nos encontramos en tardes de verano compartiendo amigos. A partir de ese momento fuimos conociendo los sueños y desvelos que nos aquejaban del uno y del otro.
Hoy, aunque hemos transitado la vida por caminos un poco lejanos, los lazos son tas fuertes como siempre. Doy gracias por haber tenido tu ayuda en mis días tristes, y festejar mis alegrías en los otros.