San Luis, Tertulias de la Aldea

POCITO

Por José Villegas

Mañana calurosa del 16 de noviembre de 1861 en San Juan. El gobernador Virasoro, fiel exponente de la Confederación Argentina, está reunido con su familia y miembros de su gabinete. Ingresan en su casa y lo asesinan a mansalva… ¡También a los presentes! Una masacre orquestada ideológicamente por el mitrismo y ejecutada materialmente por el golpista Aberastain, quien se alza con el poder y se autodenomina inmediatamente, gobernador de San Juan.

El presidente Derqui designa entonces por decreto a su hombre de confianza, el coronel Juan Saá, como interventor de la provincia vecina, y le ordena recuperar el orden constitucional. El conspirador Aberastain, lejos de acatar la intervención, decide armar un ejército para enfrentar a las fuerzas federales. Nuestro gobernador marcha hacia Mendoza, donde el gobernador Nazar ya lo espera con hombres y pertrechos.

Sólo en tres horas de aquel 11 de enero de 1861, quedaron en el campo de batalla de la Rinconada de Pocito 400 muertos, cientos de heridos y prisioneros entre los que se contaban el propio Aberastain y sus oficiales de alto rango. 

Juan y Felipe Saá y la caballería e infantería puntanas a la vanguardia, habían destrozado a los sublevados.

El Interventor se adelanta hacia la ciudad. El coronel Francisco Clavero, aquel  bravo soldado de San Martín en Chile y Perú y escudero de Rosas en Caseros, marcha a paso lento con la columna de los vencidos custodiados por los gauchos de la  Punta. Aberastain intenta un alzamiento arengando a los prisioneros, e incitándolos a sublevarse. Es advertido por los oficiales que custodian la marcha, desoye, entonces es separado del resto y fusilado. 

Los porteños arman un escándalo, y piden a Derqui, Pedernera y Saá, explicaciones y renuncias. El Gobierno Nacional condecora a “Lanza Seca” y los bravos puntanos por el triunfo y el restablecimiento institucional en San Juan.

Clavero deberá marchar al exilio en Chile. Años después regresará a luchar contra el mitrismo bajo las órdenes del Chacho. Cae herido gravemente en Caucete, es atrapado y condenado a muerte por Sarmiento. Cuenta don Pepe Rosa que “…no se cumple la sentencia por la gravedad de su estado, y se lo manda a Buenos Aires, quedando internado en el Hospital de Hombres. Al saber de la Revolución de los Colorados, el viejo granadero de San Martín escapa del hospital y llega al campamento de Felipe Varela. Como allí ya se lo creía muerto, corre la versión que para darse a conocer entre los montoneros -para los cuales su nombre tenía repercusión legendaria-, tomó una guitarra y cantó: 

“Dicen que Clavero ha muerto

Y en San Juan es sepultado.

No lo lloren a Clavero,

Clavero ha resucitado”.

Mitre y los suyos quieren que nuestro gobernador viaje a Buenos Aires a ponerse a disposición de “la justicia”. Pero, Juan está muy ocupado. Se encuentra en esos días brindando urgente ayuda a los hermanos mendocinos que están sepultados bajo los escombros, pues, el terrible terremoto que el 20 de marzo sacudió con sus coletazos inclusive a los puntanos, se cobró 14.000 vidas en la provincia hermana.

Marchaba entonces la caravana de los nobles puntanos socorristas, con 5.000 pesos que nuestra Legislatura designó para el gobierno vecino, miles de cabezas de ganado y una Comisión de Sanidad.

Además, y como no podía ser de otra manera, el gobernador y pueblo de San Luis invitaban a aquellos que habían quedado sin nada, a trasladarse a nuestra Provincia donde se les brindaría hospitalidad y trabajo.

Gral. Juan Saá. Foto de retrato por José La Vía.