2902. Ese era el número exacto de personas que a Octaviano lo había despedido en la calle Fray Mamerto Esquiú, la Terminal de Londres, en su pueblito de Catamarca. En concreto, el pueblo entero. Él los miraba desde la ventanilla en el primer piso del cochecama que lo sacaría del lugar que lo vio nacer.
De Londres a Londres. Por Gabriela Pereyra
Después de quince años, Andrea, la niña ojos de alma volvió a decir presente en mi vida. Fue mediante la gestión de una amiga en común hace un verano atrás. Aún tengo vestigios de aquella voz abandonada en mi garganta. No supe por dónde comenzar a comunicarme con ella, más allá del formalismo de un mensaje de texto con mi número de celular.
Enero retrógrado, un relato silencioso de Héctor Peñaloza
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