Expresiones de la Aldea, San Luis

Enero retrógrado

Héctor José Peñaloza (*)

Después de quince años, Andrea, la niña ojos de alma volvió a decir presente en mi vida. Fue mediante la gestión de una amiga en común hace un verano atrás. Aún tengo vestigios de aquella voz abandonada en mi garganta. No supe por dónde comenzar a comunicarme con ella, más allá del formalismo de un mensaje de texto con mi número de celular.

Esa noche estaba adolorido de mi boca y el silencio fue mi aliado para pensar y repetir hacia adentro:

«Suerte que estoy aquí, siempre tomo baños de exilio en este hogar crónico».

Para ella todo es una kermés de caridad en una sociedad de fomento, aunque siento que su quietud desigual me acongoja, me lleva al subsuelo de mi alma dónde tengo fragmentos lozanos de una traición o algo así. Se muestra sonriente. A mí me parece ver su rostro bordado de soledades, cómo en cada noche que tuve señales desiertas en sus brazos y dormía a orillas de su sombra fresca. Ya no encontró al niño que pedaleaba tristezas en un triciclo. Le digo adiós al mismo tiempo que abrazo la premura de aquel balcón lento que nos vio amándonos en esa rayuela de luz carnal.

“Pareja joven en roma”, por Frank Boyle.

(*) Soy Héctor José, un uraniano; es decir esa simbiosis de aventura de la cual hacen yunta sagitario y acuario. Los viernes garabateo palabras en el papel; allí cobra vida la voz que por muchos años reprimí, o me vi obligado a omitir. Soy un “Diciente” que va aprendiendo a alivianar su alma.