La Aldea Antigua, San Luis

La rasqueta

(Un invento de la cocina mercedina)

Por Roberto Tessi

Corría el último cuarto del Siglo XIX y aquel Fuerte Constitucional que se había convertido en Villa Mercedes, se perfilaba como la gran ciudad del oeste argentino, presagiando un futuro de grandeza y progreso.

Confluían a esa Punta de Rieles hombres y mujeres de todas partes, pero fundamentalmente eran los inmigrantes los que llegaban a la incipiente Villa que requería mano de obra calificada, artesanos, albañiles, sastres, modistas, carpinteros, herreros, cocineros, panaderos, y otros que acompañaban a los agricultores, operarios y peones en general que venían a encaminar sus vidas, muchas veces acompañados de su familia.

Este es el caso de don Pedro Gualdoni, un muchacho que a los 19 años se vino de un pueblo cercano a Milano (Italia) a nuestro Villa Mercedes cuando empezaba la última década del Siglo XIX. Establecido en la esquina de calles Ayacucho y Pueyrredón a instancias de su mujer que hacía pan casero para ayudar la economía de este hombre, que había llegado con el oficio de sastre y luego se convirtió en un panadero exitoso en poco tiempo. Logrando una producción que proveía a la Policía, al Ejército que tenía su cantón en la actual  5ª Brigada Aérea, a las escuelas. Mandaba las galletas de campo a las estancias del sur y por el ferrocarril a todos los pueblos del Valle de Conlara.

Puesto de venta de pan en el Mercado Central, Buenos Aires, diciembre de 1942. Foto: Archivo General de la Nación Argentina

Pero lo más notable de su producción era la demanda de las tortitas saladas de grasa, a las que rápidamente Gualdoni les cambió su formato de redondo a cuadrado para aprovechar al máximo las bandejas de lata que entraban en forma permanente al horno a leña que había construido Torcuato Di Tella (Sí…, el mismo que después encabezaría la Industria Nacional)… ese horno aún está en pie. Pero la historia no termina ahí, pues don Gualdoni había traído un paisano suyo de Italia, de apellido Pellagatta, de oficio panadero, que un buen día, ante la demanda de los clientes, decidió doblarle la punta a estas tortitas cuadradas para que entren más en cada horneada. Cuando Gualdoni vio el resultado exclamó…”parece una rasqueta..!!” y quedaron bautizadas estas piezas de pan para siempre, (la rasqueta era instrumento muy común aquellos día en los establos y cuadras de una panadería que servía para acicalar el caballo que proveía de fuerza motriz a algunas máquinas.

De pronto se había producido un invento exitoso hasta el día de hoy, que caracteriza las panaderías  mercedinas, con un toque de originalidad y buen gusto. A quién no le pasó que estando en algún pueblo cercano, pidiéramos “una rasqueta” ante la mirada atónita del comerciante que no sabe de qué estamos hablando. La rasqueta un producto mercedino por excelencia, inventado por uno de nuestros pioneros…, por lo menos, así me lo contaron los descendientes de aquel Gualdoni que se estableció hace más de un siglo, y perdura por este aporte impensado.