Más que una rebelión
“Rebelión en la granja” plantea una revolución animal que, sin embargo, tiene mucho de humana. En definitiva, “todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”.
Por Agustina Bordigoni
Algunos libros merecen ser leídos más de una vez. La adolescencia y la adultez, podría decirse, son las edades más apropiadas para leer y releer “Rebelión en la granja”, de George Orwell. Y las rebeliones que se producen dentro de la historia también merecen más de una lectura: como sátira al comunismo y crítica a Stalin, pero también como parodia de cualquier comportamiento humano (y no tan humano) que lleve a alguien a cometer los mismos errores criticados a los demás. El poder que se corrompe es un tema universal que traspasa las fronteras de la URSS, que traspasa las fronteras de Orwell.
El hambre motivó a los animales a dar el golpe final que terminaría en revolución, una revolución que aunque planeada, sorprendería a los propios animales.
Descritos al comienzo del libro, cada uno de los personajes toma forma a medida que la “Granja Manor” es comandada por los “rebeldes” (o en este caso, sólo por los cerdos) y se convierte en la “Granja Animal”.
En esas relecturas puede descubrirse la historia detrás de cada integrante de la granja. El Viejo Mayor (el cerdo premiado de 12 años) es el primer personaje que aparece en la historia y puede representar a la figura de Karl Marx. Es el que sueña con la canción “Bestias de Inglaterra”, el personaje que reúne a todos los animales por primera vez y el que les habla (sin darle nombre aún) de los principios de lo que luego sería el “animalismo”.
Si bien el Viejo Mayor muere pocos días después de dar su discurso e incitar a la rebelión, sus palabras son recordadas y sus premisas se convierten mandamientos, que se van modificando en el transcurso de la historia.
Los cerdos que llevan adelante el “animalismo” se corrompen y pronto empiezan a adoptar las costumbres del tan criticado hombre. Napoleón podría en este contexto confundirse con Stalin, Snowball (el cerdo que debe huir y es tildado como traidor) con Trotsky y Squealer (un orador brillante y persuasivo) representaría el aparato de propaganda de la URSS.
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En este entramado el señor Jones (el dueño destituido de la Granja Manor) sería el zar Nicolás II de Rusia, Bóxer (el caballo que trabaja sin descanso) es el proletariado y la yegua Mollie representa a las clases burguesas que se niegan a aceptar un nuevo régimen. En el cuento, la preocupación de Mollie es no poder usar más cintas en su cabello y dejar de comer sus deliciosos terrones de azúcar.
La historia original se llevó al cine con dos películas, una de ellas animada. Pero, como sucede con muchos libros llevados a la gran pantalla, el film de 1999 se queda corto con la interpretación y tiene un final completamente diferente: los humanos vuelven triunfantes a la Granja Manor.
Todo tiene un significado dentro de la historia original. A pesar de eso, la trama del libro puede ser entendida sin ningún conocimiento del tema también: en ese sentido el aprendizaje es más puro y no está teñido de ninguna historia real, aunque se parezca a todas ellas. En definitiva –a pesar de no haber leído la historia– seguramente muchos recuerden el mandamiento más célebre modificado por los líderes revolucionarios “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”.
Canción “Bestias de Inglaterra” que sueña el Viejo Mayor (fragmento)
¡Bestias de Inglaterra, bestias de Irlanda!
¡Bestias de toda tierra y clima!
Tarde o temprano llegará la hora
en la que la tiranía del Hombre sea derrocada
y las ubérrimas praderas de Inglaterra
tan sólo por animales sean holladas.
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